La tranquilidad del barrio aledaño a la Estación Ferroautomotora de la ciudad se ha visto perturbada por la creciente conflictividad con los cuidacoches que operan en la zona. Vecinos de la calle 9 de Julio, entre San Juan y Olazabal, expresan su hartazgo ante la presencia de dos individuos que, según afirman, han tomado control de la cuadra, generando un clima de intimidación y hostigamiento.
La situación, que se arrastra desde hace tiempo, ha escalado en las últimas semanas, llevando a los residentes a tomar medidas drásticas. La paciencia se agotó ante las actitudes prepotentes de estos individuos, quienes, según los testimonios, no dudan en proferir insultos y amenazas a aquellos que se niegan a ceder a sus exigencias de propinas.
Ante la escalada de violencia verbal y la sensación de inseguridad que se ha apoderado del barrio, los vecinos han decidido organizarse para hacer frente a esta problemática. Su primera acción fue recurrir a las autoridades policiales, presentando denuncias formales en el destacamento ubicado dentro de la Estación Ferroautomotora. Sin embargo, ante la falta de una respuesta contundente, optaron por una estrategia más visible y directa: el escrache público.
Con consignas claras y contundentes, los vecinos empapelaron la manzana con carteles que expresan su repudio a la actitud de los cuidacoches. “Vecinos unidos en alerta. Te vas o te vas, acá no te quiere nadie más!. Cuidacoches peligroso, violento y agresivo”, rezan los mensajes plasmados en postes de luz y árboles, dejando en claro el nivel de hartazgo y la determinación de recuperar la paz y la seguridad en su vecindario.
Una vecina, que prefirió mantener el anonimato por temor a represalias, relató a un medio local que los dos hombres en cuestión “se creen dueños de la calle”, llegando incluso a increpar a los propietarios de las viviendas de la zona. La situación, lejos de mejorar tras las denuncias, parece haberse exacerbado, generando un clima de tensión constante.
“Tratan a la gente con mucha falta de respeto”, aseguran los vecinos, quienes señalan que los únicos que parecen gozar de cierto respeto son los propietarios de los comercios de la zona. Esta distinción alimenta la sospecha de que existe algún tipo de acuerdo o connivencia que permite a los cuidacoches operar con impunidad.
La comunidad exige una respuesta urgente por parte de las autoridades competentes. Piden mayor presencia policial en la zona, medidas concretas para controlar la actividad de los cuidacoches y garantías de seguridad para los vecinos que se sienten amenazados. La paciencia se agota y la determinación de recuperar la tranquilidad del barrio es inquebrantable.
Este conflicto vecinal pone de manifiesto la problemática de la actividad informal de los cuidacoches y la necesidad de regularizar la situación para evitar abusos y garantizar la convivencia pacífica en los espacios públicos. La respuesta de las autoridades será crucial para determinar si la voz de los vecinos será escuchada y si se tomarán las medidas necesarias para restablecer el orden y la seguridad en la zona de la Estación Ferroautomotora.