Villa Santa Paula: Un Testimonio de Amor, Historia y Misterio en Mar del Plata

La historia de Villa Santa Paula, en Mar del Plata, es un relato entrelazado de amor, ambición política y leyendas urbanas. Esta emblemática residencia, un regalo de Dardo Rocha a su esposa Paula Arana Merino, se erige como un símbolo de una época y un testimonio de un romance que desafió las convenciones.

Un Amor de Infancia que Desafió las Convenciones

Dardo Rocha y Juana Paula Arana Merino compartieron algo más que lazos familiares. Criados bajo el mismo techo en Buenos Aires, su relación, inicialmente fraternal, floreció en un profundo amor. Sin embargo, un obstáculo se interponía en su camino: la prohibición eclesiástica del matrimonio entre parientes consanguíneos. La determinación de Dardo lo llevó a solicitar una dispensa especial, que finalmente fue concedida el 23 de agosto de 1873, permitiendo que la pareja formalizara su unión.

Inspiración Europea y un Regalo Inolvidable

Durante un viaje a Europa, Paula quedó cautivada por la belleza de los chalets de estilo pintoresquista en el valle del Loira y sus alrededores. Años después, cuando Dardo Rocha asumió como gobernador de la provincia de Buenos Aires, realizó un viaje a Mar del Plata junto a su esposa. Este viaje, aunque con fines políticos, dejó una huella imborrable en ambos, fascinados por el potencial de la ciudad costera.

Como muestra de gratitud por las gestiones de Rocha para llevar el ferrocarril a Mar del Plata, las familias Peralta Ramos y Luro le obsequiaron un terreno en la esquina de Garay y Lamadrid. En secreto, Dardo Rocha concibió un ambicioso proyecto: construir una villa para su amada Paula, inspirada en aquellos chalets que tanto la habían deslumbrado en Europa. Un año después, sorprendió a su familia llevándolos a Mar del Plata con la excusa de buscar una propiedad para alquilar. Al llegar a Garay 1802, la sorpresa fue mayúscula: frente a ellos se alzaba una réplica del chalet soñado por Paula, adornada con hologramas familiares en manteles y cristales.

Villa Santa Paula, o Doña Paula, como también se la conoció, fue el grandioso regalo de Dardo Rocha a su esposa, una manifestación tangible de su amor y devoción.

Arquitectura y Distribución de la Villa

La villa, con una superficie de más de 600 metros cuadrados, se asienta sobre un terreno de casi 1900 metros cuadrados. Este chalet de estilo pintoresquista, reminiscente de los manoirs franceses, alberga seis habitaciones, cinco baños, dos salas, comedor, área de servicio y un ático, distribuidos en planta baja, planta alta, entrepiso y sótano. Un pequeño balcón, un extenso jardín, un imponente hall circular, una torre, cocina y un salón de usos múltiples complementan esta singular propiedad. En el mismo nivel, con acceso interno, se encuentran un hall distribuidor, cuatro dependencias y un lavadero.

Un Legado de Amor y Pérdida

La historia de amor entre Dardo y Paula, marcada por la superación de obstáculos y la profunda conexión que los unía, culminó con la muerte de Paula en 1917 y la de Dardo en 1921, tras una destacada trayectoria como político, militar, periodista y gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Entre Fantasmas y la Preservación del Patrimonio

Villa Santa Paula, la única residencia de los Rocha que aún se conserva, ha sido testigo de un proceso de deterioro y abandono, dando origen a leyendas urbanas y relatos de fenómenos paranormales. Ruidos inexplicables, movimientos nocturnos y sombras misteriosas alimentaron la fama de la villa como “La casa de las brujas”.

A pesar de las adversidades, Villa Santa Paula fue rescatada en 1995 por un arquitecto, quien logró que fuera declarada Patrimonio Cultural, restaurando así parte de su antiguo esplendor. En 2003, la propiedad fue vendida y se proyectaron diversos emprendimientos en el lugar. El gobierno local buscó garantizar la preservación del edificio, exigiendo el mantenimiento de su carácter original y la prohibición de modificaciones que alteraran sus fachadas y elementos distintivos.

Villa Santa Paula en la Actualidad

Hoy en día, Villa Santa Paula alberga una empresa de marketing, y hasta hace poco, su parque fue sede de Botánico, un espacio de café y bebidas. La villa se mantiene en pie como un testimonio silencioso de un amor que trascendió barreras familiares y burocráticas, y como escenario de leyendas que se resisten a desaparecer. Más allá de fantasmas y recuerdos, la antigua casona ha experimentado una transformación, adaptándose a los tiempos modernos sin perder su esencia. Una historia de amor, misterio y reinvención que sigue viva en el corazón de Mar del Plata.