Un operativo llevado a cabo por el Comando de Prevención Rural de Balcarce culminó con la aprehensión de trece personas, doce hombres y una mujer, en campos cercanos a la localidad de Ramos Otero. Los individuos fueron sorprendidos ingresando a terrenos privados sin la debida autorización, lo que desató una investigación sobre sus posibles actividades.
Según confirmaron fuentes policiales, los detenidos provenían de Balcarce y Mar del Plata. Se desplazaban en vehículos que, en principio, no presentaban irregularidades que impidieran su circulación. Sin embargo, al no poder justificar su presencia en los campos y carecer de permisos para realizar actividades de caza, se les imputó una infracción a la Ley 22.421, que regula la conservación de la fauna silvestre y prohíbe la caza no autorizada en propiedades privadas.
La reiteración de incidentes similares y el número considerable de personas involucradas han despertado las sospechas de los investigadores. Se baraja la hipótesis de que los detenidos estuvieran participando o preparándose para participar en torneos ilegales de galgos, una actividad clandestina que consiste en utilizar estos perros para la caza de liebres.
“Es común verlos en grupos pequeños, de tres personas, que suelen ser el dueño del perro, su oponente y un organizador. No descartamos que estuvieran preparando una competencia en el lugar”, explicaron fuentes cercanas a la investigación.
Más allá de la ilegalidad inherente a esta práctica, se ha revelado que algunos de estos torneos mueven importantes sumas de dinero. Se estima que los participantes llegan a pagar hasta cien mil pesos como inscripción para participar en las competiciones.
“Compiten en enfrentamientos directos, bajo un formato de eliminación, y el ganador se lleva el total de lo recaudado en las inscripciones”, añadieron las fuentes.
Las autoridades continúan investigando para determinar el alcance de la actividad ilegal y la posible existencia de una organización detrás de estos torneos clandestinos. La detención de estas trece personas representa un golpe a esta práctica ilegal, que atenta contra la fauna silvestre y genera controversia por el trato que reciben los animales involucrados.
Este incidente pone de manifiesto la importancia de la vigilancia y el control en zonas rurales para prevenir actividades ilícitas y proteger el medio ambiente. La colaboración ciudadana y la denuncia de actividades sospechosas son fundamentales para combatir este tipo de prácticas.