En Argentina, las facturas son mucho más que un simple acompañamiento para el desayuno o la merienda; son una tradición arraigada en la cultura. Sin embargo, este placer cotidiano se enfrenta a un futuro incierto debido al aumento vertiginoso de los costos de producción y la persistente caída en el consumo. La pregunta que resuena en el sector panadero es: ¿podrán las facturas seguir siendo accesibles para los argentinos?
Martín Pinto, una voz autorizada de la Cámara de Industriales Panaderos (CIPAN) y presidente del Centro de Panaderos de Merlo, ha expresado su profunda preocupación por la situación actual. Según Pinto, el precio de una docena de facturas debería oscilar entre los $18.000 y $25.000 para que la producción sea rentable. “El costo de producción nos superó ampliamente. Ya no podemos seguir absorbiendo todo lo que viene aumentando”, afirma.
El desfase entre los costos y los precios actuales es alarmante. Para cubrir los gastos, el valor de la docena debería triplicarse, pasando de los $8.000 actuales a una cifra cercana a los $25.000. Sin embargo, Pinto reconoce que esta medida podría ser contraproducente, ya que la mayoría de los consumidores no estarían dispuestos a pagar tal precio.
Ante este panorama, se ha propuesto un aumento inicial a $12.000, pero Pinto advierte que esta solución es insuficiente. “La verdad que así no se soluciona el problema, porque tenemos que seguir aumentando. Si no vendemos a $8000 pesos, menos voy a vender a $12000. La solución no es aumentar”, declara Pinto, subrayando la necesidad de encontrar alternativas más sostenibles.
Si bien las cifras oficiales de inflación muestran una desaceleración, con un 1,5% en mayo, el sector panadero enfrenta una realidad diferente. Pinto denuncia que el precio de la grasa y la margarina, ingredientes esenciales para la elaboración de las facturas, ha aumentado un 20% en las últimas cuatro semanas. Esta situación agrava aún más la crisis que atraviesan las panaderías.
“Hablan de un 2% de inflación pero a mí las cosas me aumentan entre un 6 y 8% y hasta un 12%. ¿Cómo hago yo si ya vengo retrasado con los aumentos que no los puedo llevar a cabo porque no hay ventas?”, se lamenta Pinto, reflejando la angustia de muchos panaderos que luchan por mantener sus negocios a flote.
La CIPAN ha denunciado el cierre de 1400 locales debido a la caída del consumo desde la llegada al gobierno de Javier Milei. Cada vez más hogares se ven obligados a eliminar o reducir el consumo de alimentos básicos, como las facturas, que antes eran habituales en sus comidas.
La situación es crítica. Pinto relata que las ventas de pan en su local han disminuido un 50%, mientras que las de masas dulces, tortas y sándwiches de miga se han desplomado un 75%. “Eso se hace todo por pedido. Hoy la gente viene y te compra por unidad. La gente compra lo que puede y no lo que quiere”, explica, ilustrando la difícil realidad que enfrentan los consumidores.
El futuro de las facturas, un símbolo de la cultura argentina, pende de un hilo. La necesidad de encontrar soluciones innovadoras y sostenibles es urgente para evitar que este producto tan querido se convierta en un lujo inalcanzable para la mayoría de los argentinos.