Del aplauso al abucheo: Di María desata pasiones en la victoria de Rosario Central sobre Lanús
El fútbol, ese deporte capaz de generar las más intensas emociones, volvió a demostrar su poderío en el encuentro entre Lanús y Rosario Central. Un partido que, más allá del resultado final, quedará marcado por la figura de Ángel Di María, quien experimentó en carne propia la dualidad del cariño y el rechazo en un mismo escenario.
El partido, disputado en el estadio de Lanús, prometía ser un duelo vibrante y no defraudó. Desde el pitido inicial, ambos equipos mostraron sus cartas, buscando imponer su estilo y dominar el juego. Sin embargo, las defensas se mostraron sólidas y las ocasiones de gol escasearon en los primeros compases del encuentro.
Durante la primera mitad, Lanús tuvo la oportunidad más clara en los pies de Walter Bou, cuyo remate fue magistralmente repelido por el arquero de Rosario Central, Jorge Broun. El equipo local intentaba construir juego desde el mediocampo, buscando conectar con sus delanteros, pero la defensa visitante se mostraba atenta y bien organizada.
Rosario Central, por su parte, depositaba gran parte de sus esperanzas en la calidad de Di María. El campeón del mundo, en su regreso al fútbol argentino, deleitó a los presentes con algunos destellos de su talento, convirtiéndose en el principal referente ofensivo de su equipo. Sin embargo, la defensa de Lanús lograba contenerlo y evitar que generara situaciones de peligro.
El segundo tiempo mantuvo la misma tónica, con ambos equipos buscando el gol que les diera la ventaja. Lanús mostró una mayor intensidad en la presión, buscando recuperar el balón en campo contrario y generar oportunidades de gol. Rosario Central, en cambio, apostaba por un juego más pausado, buscando aprovechar los espacios que dejaba el rival.
La polémica se desató en el minuto 73, cuando el árbitro del encuentro señaló un penal a favor de Rosario Central tras una falta del arquero de Lanús, Lucas Losada, sobre Gaspar Duarte. La decisión arbitral generó airadas protestas por parte de los jugadores locales, que consideraban que la falta era inexistente. En medio de la confusión, Carlos Izquierdoz vio la tarjeta roja por protestar la decisión, dejando a Lanús con diez jugadores.
Con la responsabilidad en sus pies, Di María se encargó de ejecutar el penal con maestría, enviando el balón al fondo de la red y desatando la euforia en la parcialidad visitante. El gol del argentino significaba el 1-0 para Rosario Central y un duro golpe para las aspiraciones de Lanús.
A partir de ese momento, el partido cambió por completo. Con la ventaja en el marcador y un hombre más en el campo, Rosario Central controló el ritmo del juego, buscando mantener la posesión del balón y evitar que Lanús generara situaciones de peligro. El equipo local, a pesar de la desventaja numérica, no se rindió y buscó el empate con insistencia.
En los minutos finales, Lanús tuvo una última oportunidad en una jugada preparada que casi termina en gol, pero la defensa de Rosario Central logró despejar el peligro y asegurar la victoria. El pitido final desató la alegría en el bando visitante y la frustración en el local.
Más allá del resultado, el partido dejó varias lecturas interesantes. Rosario Central demostró ser un equipo sólido y bien organizado, capaz de aprovechar las oportunidades que se le presentan. Lanús, por su parte, mostró un buen nivel de juego, pero pagó caro sus errores y la expulsión de Izquierdoz.
Pero sin duda, el gran protagonista de la noche fue Ángel Di María. El jugador argentino fue recibido con una ovación por parte de la afición de Lanús, que reconocía su trayectoria y su calidad. Sin embargo, tras convertir el penal que le dio la victoria a Rosario Central, los aplausos se transformaron en silbidos y abucheos. Una muestra más de la pasión y la intensidad con la que se vive el fútbol en Argentina.