El caso de Micaela Ortega, una niña de 12 años víctima de un horrendo crimen en 2016, ha vuelto a sacudir a la sociedad. Jonathan Luna, el autor confeso del femicidio, quien cumple cadena perpetua por su atroz acto, ha reabierto viejas heridas al contactar a la madre de Micaela a través de redes sociales. Desde su celda, Luna envió mensajes a Mónica Cid, la madre de la víctima, expresando un supuesto arrepentimiento y buscando el perdón por el irreparable daño causado.
“Espero que algún día pueda perdonarme”, escribió Luna a través de Messenger, acompañando el mensaje con un emoji de cara triste. En un intento posterior, insistió: “Espero que algún día usted me pueda perdonar”, añadiendo: “Hoy estoy pagando mi error”. Estas palabras, lejos de traer consuelo, han reavivado el dolor y la indignación en la familia de Micaela, sumiendo a Mónica Cid en una mezcla de miedo e impotencia ante la desfachatez del femicida.
“Este individuo me escribe por Facebook y me habla de Mica como un error, del femicidio de mi hija como un error”, declaró con amargura Mónica Cid, exigiendo que Luna sea privado de todo acceso a teléfonos y redes sociales. La crueldad del mensaje radica en la banalización del crimen, reduciendo la muerte de una niña a un simple “error”.
La Trampa en las Redes Sociales
La historia de Micaela es un crudo recordatorio de los peligros que acechan a los jóvenes en el mundo digital. En los meses previos al crimen, Luna creó un perfil falso en Facebook bajo el nombre de “La Rochi de River”, haciéndose pasar por una chica de la misma edad que Micaela. Con astucia y manipulación, se ganó la confianza de la niña, hasta convencerla de encontrarse el 23 de abril en una esquina de Bahía Blanca. Para disipar cualquier sospecha, Luna le dijo a Micaela que un “primo” la recogería, una mentira que la condujo a su trágico destino.
Un Final Desgarrador
Al llegar al lugar acordado, Micaela fue abordada por Luna, quien intentó abusar sexualmente de ella. Ante la resistencia de la niña, Luna la golpeó brutalmente y la estranguló con una remera, acabando con su vida en un descampado. Mientras tanto, la familia de Micaela, presa de la angustia, iniciaba una desesperada búsqueda que se prolongaría durante semanas.
El 28 de mayo, cinco semanas después de su desaparición, el cuerpo sin vida de Micaela fue encontrado en un descampado cerca de la ruta 3, a más de siete kilómetros de Bahía Blanca. La escena del crimen revelaba la brutalidad del ataque y la frialdad del asesino.
La Investigación y la Captura del Femicida
Tras cometer el crimen, Luna intentó borrar sus huellas, incluso robando la mochila de Micaela y ofreciendo su planchita de pelo a la venta en Facebook a un precio irrisorio. Sin embargo, la justicia finalmente lo alcanzó. Las cámaras de seguridad de la ciudad jugaron un papel crucial en la investigación, ya que registraron a Micaela caminando junto a Luna, imágenes que se viralizaron y facilitaron la identificación del sospechoso.
Tres testigos reconocieron a Luna en las filmaciones, y la pareja del femicida declaró que él la había amenazado de muerte para que no revelara su participación en el crimen. Además, una vecina testificó que Luna le había confesado los motivos del asesinato: “Lo que le pasó a Micaela fue porque no quiso tener relaciones sexuales”.
Con las pruebas acumuladas, la Justicia ordenó un allanamiento en la casa de Luna, donde se encontraron el celular y la campera de Micaela, elementos que lo incriminaron definitivamente. La justicia actuó, pero el dolor de una madre y una familia permanece, agravado ahora por la cínica búsqueda de perdón del asesino.