En el mes de enero de 1975, la ciudad costera se iluminó con el inicio de una temporada que prometía y cumplió. Dieciocho salas afiliadas abrieron sus puertas con entradas entre 30 y 70 pesos. Cada teatro, decorado con luces y cortinados nuevos, invitaba a sumergirse en una experiencia distinta. A lo largo de varias semanas, los teatros rebosaron de risas, acordes y deslumbrantes tragedias.
A modo de balance, la segunda edición del ciclo Los Galanes desembarcó tras arrasar en la pantalla chica, a ese guiño televisivo se sumó una típica farsa de Darío Vittori, un show pensado para la comicidad de Luis Sandrini y otra pieza a medida del encanto de Alberto Closas. También se vieron obras con las duplas Ernesto Bianco y Osvaldo Miranda, quienes mostraron una química inigualable, y Nora Cárpena y Guillermo Bredeston, que exploraron matices de humor y ternura. Cada escena vibraba con una energía distinta, provocando un aplauso sostenido del público.
Por otro lado, Mariano Mores y Beba Bidart trajeron un desfile de valses y tangos inolvidables. Les Luthiers, con su ingenio único, mantuvieron las boleterías colmadas gracias a sketches que mezclaban música, sátira y complicidad.
Pensando en los más chicos, Carlitos Balá se instaló con su humor tierno. También la magia del reconocido Circo Tihany y la entrañable Jacinta Pichimahuida ofrecieron una propuesta pensada para divertirse en familia.
Las sorpresas de la temporada
Pero aquella temporada también acarreó algunas sorpresas artísticas. La primera, contra toda previsión, dos clásicos de Federico García Lorca brillaron junto al mar. La otra, fue que se dio el más bello y atractivo de los fracasos artísticos de la historia del teatro en Mar del Plata: Arlequino, servidor de dos patrones, de Carlo Goldoni y producida por la mismísima China Zorrilla.
China Zorrilla tentó la suerte al producir Arlequino, servidor de dos patrones. Con un reparto estelar, que incluía a Gianni Lunadei, Mirta Busnelli, Ulises Dumont y otros, la obra recibió ovaciones en escena, pero las ventas de taquilla no respondieron.
Tal es así que, a las pocas semanas del estreno en el Teatro Diagonal, cuando el fracaso acechaba el cierre definitivo, la propia Zorrilla reunió al elenco y anunció la última función: sería un lunes, el día en que los demás teatros cerraban por descanso del personal y, de paso, podían ir muchos de sus colegas que estaban en Mar del Plata.
En el año 2000, el Concejo Deliberante local reconoció a la propia China Zorrilla, quien en diálogo con el periodista Nino Ramella recordó aquella época: “Llego entonces a esta ciudad, que no conocía, un poco asustada por el proyecto de traer Arlequino, me encuentro con una ciudad importante como Montevideo y llena de teatros. Voy a ver el Teatro Diagonal donde iba a hacer la obra, un poquito apartado y fuera del “Broadway” del centro de la ciudad. Compartíamos la sala con Querido mentiroso, con Villanueva Cosse, e iba muy mal de público; son esas cosas raras que pasan en teatro: había 20 personas que al terminar la función lloraban y gritaban y yo les decía ‘¿Por qué no les cuentan a los demás que vengan?’, el famoso boca a boca, ‘¿de qué hablan mañana en la playa?’. La cosa no mejoraba, yo tenía que pagar todos los sueldos y, de golpe, junté al elenco y les dije ‘no les puedo seguir pagando, nunca dejé de pagar un sueldo, pero soy una productora novata, no debí meterme en este baile y Arlequino tiene que bajar de cartel’. Y yo tenía la convicción de que era el espectáculo más lindo de Mar del Plata, no solo porque era Goldoni, que es difícil ganarle una pulseada a Goldoni haciendo comedia, sino también porque el elenco era un lujo. Hablamos de Gianni Lunadei, Ulises Dumont, Pepe Novoa, Mariquita Valenzuela, Alicia Aller, Elena Tasisto; era un despliegue fantástico, la obra salía mejor acá que en Buenos Aires, con un decorado nuevo, era perfecto y yo decía: ‘¿Por qué?’, al igual que en la vida decimos ‘¿Por qué se enferma este niño?’. No iba gente al teatro, les digo que termina la temporada, lo lamento, pero no puedo seguir pagando los sueldos, vuélvanse. Pero me juego una carta de triunfo: vamos a despedirnos no un domingo a la noche, vamos a hacer una función el lunes a la noche dedicada a los actores de teatro que están en Mar del Plata con esos ‘megaborderaux’“.
El milagro colectivo
Luego de la función de aquel lunes, China anuncia lo irreversible desde el escenario: “Parece que les gustó el espectáculo, pero esta es la última función porque la gente no viene a vernos. Acaban de ver el último Arlequino en Mar del Plata y, quizás, en Argentina“.
China sigue con su historia: “Bajo del escenario, voy al hall y veo un grupo de gente de teatro, Les Luthiers, Nélida Lobato, Solita Silveyra con su marido de aquella época, Jaramillo, Susana Rinaldi, Los Galanes, la gente de Orquesta de Señoritas… Les pregunto qué les pareció el espectáculo y me dicen que era maravilloso. ‘¿No es una pena que baje de cartel?’, pregunté; ‘No, no baja de cartel’. ‘Pero, ¿quién lo mantiene?’, dije, ‘Todos nosotros’, me dijeron. Al día siguiente hubo una reunión en el Hotel Provincial, fueron todos los elencos de Mar del Plata: unos se hacían cargo de tres sueldos, otros decían que se hacían cargo de cuatro sueldos, otros pagaban el equipo técnico, otros la propaganda, etc. y desde ese día, en todos los teatros de Mar del Plata, al terminar la función los actores decían: ‘Vayan a ver Arlequino‘. Se empezó a llenar el teatro y ganamos el premio al mejor espectáculo de la temporada”.
Aquel gesto y aquella actitud solidaria por parte de sus colegas y amigos, permitió que la obra continuara en cartelera y, gracias al famoso boca a boca, las butacas comenzaron a ocuparse.
De fracaso a estrella
Aquella temporada también es recordada por ser la primera en entregarse los premios Estrella de Mar, un trofeo que buscaba reconocer a los artistas y al teatro que engalanaban la ciudad en temporada.
La trama de Goldoni recobró su esplendor hasta alzarse como la obra de la temporada. Gianni Lunadei recibió la Estrella de Mar al mejor actor, un broche de oro para una gesta que surgió de la unión inquebrantable del ambiente teatral.
Años después, Mirta Busnelli recordó aquella experiencia en una entrevista con el diario La Nación: “Para mí ese espectáculo fue de una belleza muy grande. Villanueva, con todo el elenco, hizo cosas muy originales en un trabajo de fuerte carga corporal, casi acrobático. Gianni Lunadei, que tenía una figura alta y flaca, siempre andaba como enroscado. Su trabajo era magnífico. Y si bien Villanueva era como el niño mimado de Buenos Aires, la obra no funcionó, iba muy mal de público. Recién cuando se hizo aquella función se dio vuelta la tortilla. El apoyo de los Les Luthiers, que ya estaban en su máximo apogeo, fue fundamental. Todas las figuras del momento salieron a bancar al espectáculo, y eso fue muy emocionante”.
Una China Zorrilla emocionada sumó algo más en aquella oportunidad en el recinto del Concejo Deliberante. Un poema y la génesis de su relación con Mar del Plata. Ella sostuvo: “Hay un poema francés que dice ‘Si todos los hombres del mundo quisieran darse la mano, se podría hacer una rueda alrededor del mundo. Si todos los hombres jóvenes quisieran ser marineros, se harían de sus barcas un puente sobre las ondas. Así que se podría hacer un puente alrededor del mundo si todas las gentes del mundo se dieran la mano’. En mi concepto, ese poema se parece solamente a este episodio de Arlequino. La solidaridad de la persona por su colega en desgracia, la generosidad con que daban aquellos sueldos o lo que fuera necesario para que la obra no baje de cartel, hace que este sea un capítulo de mi vida muy especial en Mar del Plata“.