En la memoria colectiva de Mar del Plata, el nombre Puig Major evoca una época dorada, un lugar que trascendió su función de simple discoteca para convertirse en un símbolo. Situado estratégicamente en la zona de Los Acantilados, lejos del bullicio de la Avenida Constitución, Puig Major se erigió como un destino exclusivo, un enigma atractivo para quienes buscaban algo más que una noche de fiesta.
Conocido popularmente como “El Castillo”, la estructura de Puig Major recordaba a una antigua fortaleza europea, construida con piedra y adornada con torres que desafiaban el paso del tiempo. Sus ruinas aún hoy permiten vislumbrar la majestuosidad que atraía a multitudes en los años ochenta, un lugar que fue epicentro de celebraciones y que hoy permanece grabado en la memoria de muchos.
Una Doble Vida: Del Lujo Hotelero al Ritmo Nocturno
La imponente puerta de madera que aún se conserva, vestigio de un pasado elegante, sirve como marco para la fachada. Era esta la entrada donde se congregaban los jóvenes en los ochenta? Las fotografías de la época confirman la presencia de una gran puerta doble, enmarcada en piedra, que daba acceso al hall principal de la discoteca.
La historia de este emblemático lugar es rica y multifacética. Antes de convertirse en la discoteca que todos recuerdan, el “castillo” albergó un lujoso hotel cinco estrellas en la década de 1950. Fue un pionero en el desarrollo de la zona sur, que en ese entonces contrastaba con el dinamismo del microcentro marplatense. El hotel contaba con 35 habitaciones, una piscina con vistas al océano Atlántico y una serie de servicios innovadores para la época. Se dice que entre sus pasillos desfilaron figuras destacadas de la política, el empresariado y el deporte argentino. Contaba incluso con una granja, un tambo y la particularidad de ser la única edificación de la zona con cabina telefónica.
La Explosión de la Noche Marplatense
La década de los ochenta trajo consigo una transformación radical. Mientras la calle Alem se convertía en un nuevo polo nocturno y Sobremonte se consolidaba en Constitución, la zona sur también reclamaba su protagonismo. Fue así como, en pleno apogeo de la movida nocturna, el lujoso hotel se transformó en Puig Major, inaugurado el 19 de diciembre de 1982.
La llegada de una discoteca a la tranquila zona de Los Acantilados no fue recibida con entusiasmo por todos los vecinos. El contraste entre la serenidad del entorno y el bullicio nocturno era evidente. Sin embargo, con el tiempo, Puig Major logró ganarse un lugar de culto gracias a una fórmula simple pero efectiva: buena música y un lema que lo definía: “Lejos lo mejor”, haciendo alusión a su ubicación y a la calidad de su propuesta.
Puig Major contaba con un escenario de primer nivel. El salón principal vibró con la presencia de artistas consagrados del rock nacional y latinoamericano. Por allí pasaron figuras como Charly García, Piero, Los Abuelos de la Nada, Miguel Mateos y Los Enanitos Verdes, quienes dejaron su huella en la historia del lugar. Se cuenta también que la banda Sumo llegó a tocar allí, aunque su presentación fue interrumpida por incidentes.
Secretos de la Piscina y Elegancia en la Atención
Alrededor de la imponente estructura, aún se pueden apreciar vestigios del pasado hotelero. Se dice que, en la época dorada, los camareros, vestidos con guantes blancos, cruzaban los médanos para servir champán a los huéspedes que disfrutaban de la playa. Detrás de un muro que intentaba ocultarla de la vista, se encontraba una mítica piscina, hoy vacía, que fue escenario de innumerables amaneceres. Las anécdotas cuentan que el lugar se llenaba de jóvenes que buscaban prolongar la noche hasta los primeros rayos de sol, disfrutando de un espacio privilegiado frente al mar.
El Cierre y un Legado Imborrable
La historia de Puig Major llegó a su fin al finalizar la temporada de 1990. Una decisión comercial, según sus propietarios, que dejó un vacío en la noche marplatense y miles de recuerdos imborrables en la memoria de toda una generación.
El entorno había cambiado, la distancia ya no generaba el mismo atractivo y la movida nocturna se había trasladado a otras zonas de Mar del Plata.
Hoy en día, al recorrer Los Acantilados y contemplar las ruinas del viejo castillo, es inevitable dejarse llevar por la nostalgia y recordar todo lo que ese lugar significó. Vuelven a la mente las imágenes de los DJ que animaban las noches, los autos estacionados frente a la entrada, los colectivos que llegaban desde distintos puntos de la ciudad para llevar a los noctámbulos a la discoteca. También regresan las historias, los encuentros y los vínculos que se forjaron entre esas paredes de piedra que aún resisten frente al mar.
Puig Major es hoy mucho más que un edificio abandonado: es un castillo de recuerdos, un lujoso hotel y una discoteca icónica que resume la historia de la noche marplatense. Un lugar que, aunque ya no exista físicamente, sigue vivo en la memoria de quienes lo vivieron y que representa una época dorada de la Ciudad Feliz: Puig Major, lejos lo mejor.