Robson de Souza, universalmente conocido como Robinho, alguna vez un nombre sinónimo de destreza futbolística y futuro prometedor, se encuentra ahora en una realidad drásticamente diferente. El exdelantero brasileño, que deslumbró en campos de juego alrededor del mundo, cumple una condena de nueve años de prisión en Brasil. Condenado por un caso de violación grupal ocurrido en Italia en 2013, Robinho ha visto su legado deportivo eclipsado por este oscuro capítulo.
Desde marzo de 2024, Robinho está recluido en la Penitenciaría II de Tremembé, en el estado de São Paulo. Esta prisión, conocida coloquialmente como la “cárcel de los famosos”, alberga a individuos condenados por crímenes de alto perfil. Recientemente, a través de un video difundido por el Consejo Comunitario de Taubaté, Robinho ha abordado públicamente los rumores y especulaciones que rodean su vida en prisión.
En el video, Robinho niega categóricamente haber recibido un trato preferencial o beneficios especiales debido a su pasado como futbolista de élite. “Mi dieta y mi horario de sueño son iguales a los de los demás reclusos”, afirma. Estas declaraciones buscan desmentir las informaciones que sugerían que gozaba de privilegios dentro de la institución penitenciaria.
El camino que llevó a Robinho a esta situación fue largo y complejo. Tras ser condenado por el Tribunal de Casación de Roma por su participación en la violación grupal, las autoridades italianas solicitaron su extradición. Sin embargo, la constitución brasileña prohíbe la extradición de ciudadanos nativos. Ante esta imposibilidad, la justicia italiana solicitó que la sentencia fuera validada en Brasil, un proceso que finalmente condujo a su encarcelamiento.
La defensa de Robinho ha agotado todos los recursos legales disponibles para buscar su liberación, pero hasta el momento, todos han sido rechazados. Tanto el Superior Tribunal de Justicia (STJ) como el Supremo Tribunal Federal (STF) confirmaron la validez de la sentencia italiana, dejando al exjugador sin opciones legales para evitar su cumplimiento.
En el mismo video, Robinho también aborda los rumores sobre su estado psicológico y su supuesta influencia dentro de la prisión. “Han dicho mentiras de que soy líder o tengo problemas mentales. Nunca tuve eso ni tomé medicación”, declara, buscando disipar cualquier duda sobre su salud mental y su comportamiento dentro del penal. Describe la vida en prisión como un proceso de reeducación y resocialización, donde “los guardias mandan y los presos obedecemos”.
El caso de Robinho es un recordatorio sombrío de cómo la gloria deportiva puede verse empañada por acciones fuera del campo. Alguna vez considerado como uno de los jugadores más prometedores del mundo, con pasos destacados por clubes como Santos, Real Madrid, Manchester City y AC Milan, Robinho ahora enfrenta una realidad muy diferente. A sus 41 años, y salvo que ocurra un evento extraordinario, deberá permanecer en prisión hasta el año 2033, fecha en la que finalizará su condena, marcando un final trágico para una carrera que prometía mucho más.
La historia de Robinho sirve como una advertencia sobre la importancia de la responsabilidad personal y las consecuencias devastadoras que pueden surgir de las malas decisiones, independientemente del estatus o la fama.