En la ciudad de Mar del Plata, una madre y sus hijos pequeños enfrentan una situación que parece sacada de una película de suspense. Durante los últimos diez meses, han sido víctimas de un acoso implacable por parte de una mujer, cuyas acciones han escalado hasta convertirse en una amenaza real para su seguridad y bienestar. La víctima, tras presentar denuncias en la comisaría decimosegunda y posteriormente en la cuarta, relata incidentes alarmantes que incluyen intentos de agresión con un arma blanca, un intento de atropello a su abuela, y la revelación de secretos familiares dolorosos a su hija de 10 años, acompañada de contenido inapropiado. La situación alcanzó un punto crítico cuando la niña fue agredida físicamente a las puertas de su escuela y amenazada de muerte.
Un Alquiler Impago Desencadena una Pesadilla
El origen de este calvario se remonta a diciembre de 2024. La denunciante, una mujer de unos treinta años, alquiló un departamento a una mujer de aproximadamente cuarenta años, proveniente de Laprida, quien buscaba, según sus palabras, “rehacer su vida” en Mar del Plata, tras alegar ser víctima de violencia de género en su ciudad natal. Sin embargo, las dificultades surgieron rápidamente cuando la inquilina incumplió con el pago del alquiler y comenzó a mostrar un comportamiento inquietante. La casera, al investigar el pasado de la inquilina en Laprida, descubrió que, contrariamente a su relato, no era una víctima, sino que había agredido a su pareja e incluso intentado matarlo. Ante esta situación, la propietaria intentó desalojarla, pero las autoridades policiales se negaron debido a la presencia de menores. Finalmente, a mediados de enero de 2025, la propietaria se vio obligada a pagarle una suma considerable para que abandonara la vivienda, llevándose consigo ropa y joyas.
Lo que parecía ser el fin de un problema, fue en realidad el inicio de una pesadilla aún mayor. La acosadora continuó merodeando por el barrio, y en una ocasión intentó atropellar a la abuela de la víctima, quien vive con ella. En otro incidente, intentó apuñalar a la propietaria frente a una ferretería. La obsesión de la acosadora se intensificó, llegando a contactar al hermano de la víctima, quien tiene problemas de adicción, e incluso a instalarse en su casa.
Ciberacoso y Revelaciones Dolorosas
En marzo, al llevar a sus hijos a la escuela, la víctima descubrió que la acosadora también había inscrito a sus hijas en el mismo colegio. Aprovechando que una de sus hijas era compañera de clase de su hija de 10 años, la acosadora obtuvo su número de teléfono y le envió una fotografía de contenido sexual, junto a la imagen de un hombre desconocido para la niña. La situación se agravó cuando la acosadora reveló a los hijos de la víctima, a través del chat de padres del colegio, que su padre era un violador y había abusado de menores en el pasado. Esta información, desconocida para los niños y que la madre planeaba revelarles en el futuro de manera cuidadosa, causó un daño emocional profundo y provocó que los niños se negaran a asistir a la escuela.
El acoso alcanzó un punto crítico cuando, al recoger a su hija en la escuela, la víctima la encontró con signos de agresión en el cuello. La niña relató que la acosadora y su hija mayor la habían golpeado y amenazado de muerte, refiriéndose a ella como “hija de un violador”. Posteriormente, la víctima descubrió que la acosadora había sido prácticamente expulsada de otras localidades por intentar apropiarse de la vivienda de un hombre que apareció muerto en circunstancias sospechosas. Ante esta situación, la víctima teme por su seguridad y la de sus hijos, y clama por ayuda para detener a esta mujer, a quien describe como una “psicópata” que anda suelta impunemente.