La historia de Bulldog, más que la de una simple discoteca, es un reflejo de una época vibrante en la vida nocturna argentina. Sus raíces se extendieron desde los glamurosos destinos de Punta del Este y Pinamar hasta la bulliciosa Buenos Aires, manteniéndose activo hasta mediados de 1991 bajo el nombre de The Bulldog. Fue a principios de 1992 cuando la marca decidió expandirse, eligiendo un punto estratégico en Mar del Plata: la desembocadura de la Avenida Colón en el mar. Esta ubicación privilegiada prometía una temporada inaugural excepcional.
Ubicado estratégicamente junto al conocido restaurante Tío Curzio, Bulldog se benefició de una vista costera inigualable y una arquitectura llamativa con escaleras que invitaban a la diversión. La primera temporada fue un éxito moderado, pero las expectativas para el verano 92-93 no se cumplieron completamente. Ante este panorama, los propietarios decidieron replantear su estrategia, buscando una figura que revitalizara el local y atrajera al público. La elegida fue Moria Casán, una vedette consagrada, para la temporada 94-95. Su popularidad, alimentada por el éxito teatral de Brujas y su presencia en Playa Franca, la convertían en la candidata ideal.
La llegada de Moria Casán a Bulldog marcó un punto de inflexión. La discoteca recuperó su lugar en el centro de la movida nocturna marplatense. Moria, con su carisma inconfundible, se convirtió en la anfitriona estrella, atrayendo a multitudes que la veían interactuar desde su peculiar “trono”, un sillón que evocaba la imagen de una reina en su corte. Bulldog se transformó en un imán para celebridades y público en general, ansiosos por compartir un momento con la diva.
Por las pistas de Bulldog desfilaron generaciones de jóvenes marplatenses. El lugar se convirtió en escenario de fiestas promocionadas por radios populares como la 101 Master, matinés para adolescentes, ceremonias de premiación como los Lobos de Mar, e incluso la presentación del equipo argentino de surf que competiría en Río 1994, organizada por la Asociación de Surf Argentina. Además, Bulldog se convirtió en el punto de partida para las fiestas de egresados de diversos colegios de Mar del Plata, que luego continuaban la celebración en Tío Curzio.
Sin embargo, el éxito de Bulldog no estuvo exento de controversias. La discoteca generó rivalidades con otros establecimientos, especialmente con aquellos ubicados en la zona de Constitución, donde se concentraba la mayor parte de la oferta nocturna. Los más memoriosos recuerdan una particular tensión con Ku, un boliche emblemático situado en Constitución y Benito Juárez.
Después de esa temporada dorada, el declive fue rápido e inexorable. A las rivalidades con otras discotecas se sumaron incidentes incontrolados y una serie de denuncias que pusieron en jaque la reputación del local. La respuesta del área de Inspección General del Municipio fue contundente: clausuras y exigencias de reformas para garantizar la seguridad de los asistentes. Algunas versiones apuntan a que esta presión municipal fue instigada por otras discotecas que veían en Bulldog una competencia directa, especialmente por su atractivo entre los estudiantes secundarios.
La temporada 1995-96 marcó el final de Bulldog. Las inspecciones y clausuras se convirtieron en un espectáculo mediático, con la prensa cubriendo cada operativo en tiempo real. En uno de estos operativos, encabezado por el subsecretario de Gobierno del Municipio, Wenceslao Tejerina, se constató la presencia de 37 menores de edad fuera del horario permitido y se detectaron irregularidades en la estructura de los baños, lo que llevó a una nueva clausura.
A estas acusaciones se sumó la denuncia por el fallecimiento de un joven uruguayo, un hecho que los responsables de Bulldog negaron rotundamente. Argumentaban que existían dudas sobre la veracidad del fallecimiento, si este había ocurrido dentro del local y que la clausura preventiva perjudicaba su reputación. Denunciaban una campaña de persecución mediática y aseguraban que la discoteca operaba con normalidad, sin fajas de clausura en sus puertas.
Independientemente de las controversias, Bulldog dejó una huella imborrable en la memoria de muchos marplatenses y visitantes. Su espacio interior, su vista al mar desde las escaleras, la música, la figura imponente de Moria Casán en su trono, las visitas de famosos y las polémicas del final, forman parte de un recuerdo colectivo. Tras su cierre, el local se transformó en salón de fiestas y teatro de Ricardo Fort, pero nada de esto logró borrar la magia y los recuerdos de las noches de Bulldog, un lugar que marcó a toda una generación.