Del Césped a la Panadería: La Transformación de un Campeón de Boca

En el vasto universo del fútbol argentino, donde la pasión se entrelaza con la gloria efímera, emergen relatos que trascienden los confines del estadio. Uno de estos relatos es el de Víctor Ormazábal, un exfutbolista cuyo nombre resonó en La Bombonera durante la época dorada de Carlos Bianchi. Hoy, su vida ha tomado un giro inesperado, encontrándolo detrás del mostrador de una panadería familiar en la zona norte de Buenos Aires.

Ormazábal irrumpió en la escena profesional en un momento cumbre para Boca Juniors, entre 2003 y 2005. Formó parte de un plantel estelar, cosechando títulos de renombre como la Copa Libertadores, la Copa Intercontinental y la Copa Sudamericana. Estos logros lo catapultaron a la élite, permitiéndole saborear el éxito de la mano del legendario Bianchi. Sin embargo, el destino tenía reservado para él un camino diferente.

Tras su paso por Boca, Ormazábal se aventuró en el fútbol internacional, probando suerte en el Maccabi Haifa de Israel. Posteriormente, cruzó el charco hacia España, donde defendió los colores de Pontevedra, Cádiz y Ceuta. Una trayectoria que, si bien lo mantuvo alejado de los grandes focos mediáticos, le permitió recorrer el mundo con el balón como fiel compañero.

Pero el fútbol, como todo en la vida, tiene su fin. Después de una breve incursión en el ascenso argentino y una última experiencia en Vietnam, Ormazábal decidió colgar las botas y abrazar un nuevo proyecto: “La Nueva Reina”, una panadería ubicada en San Isidro que administra junto a su cuñado. Este negocio se ha convertido en su nuevo campo de batalla, donde la harina y la masa reemplazan al césped y el balón.

Lejos del clamor de las multitudes, Víctor ha encontrado una nueva forma de competir, ahora entre hornos y madrugadas de trabajo. Su historia es un espejo en el que se reflejan muchos futbolistas que, al concluir su carrera profesional, se ven obligados a reinventarse para seguir adelante, a menudo en senderos impensados para aquellos que los vieron brillar en el campo de juego.

La historia de Ormazábal no es un caso aislado en el fútbol argentino, sino un recordatorio de la dualidad entre el éxito deportivo y la necesidad de adaptación fuera de la cancha. Del éxtasis en Japón frente al Milan al aroma del pan recién horneado en San Isidro: así es la vida del ex Boca que cambió el balón por el horno, demostrando que la pasión y la dedicación pueden encontrar nuevos escenarios donde florecer.