Del Yacimiento a la Moda: El Inesperado Éxito de los Mamelucos de YPF

Lo que comenzó como una prenda de trabajo, esencial en los exigentes entornos de los yacimientos petroleros, ha experimentado una transformación sorprendente. El humilde mameluco, tradicionalmente asociado a la seguridad y la funcionalidad, se ha convertido en un inesperado objeto de deseo, impulsado, en gran medida, por un inesperado embajador: el mismísimo presidente Javier Milei.

La historia reciente de esta prenda dio un giro radical cuando Milei apareció luciendo un mameluco con el logo de YPF durante su visita a Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén. Esta imagen, lejos de pasar desapercibida, generó un revuelo mediático y un creciente interés por la prenda, que ahora está disponible para el público general en algunas estaciones de servicio de la red YPF.

Esta iniciativa comercial se enmarca dentro de una estrategia de comunicación y marketing impulsada por el presidente y CEO de la compañía, Horacio Marín. La idea es capitalizar el interés generado por la prenda, transformándola en un símbolo de identificación con la empresa y, quizás, con un cierto estilo de vida.

Desde la primera semana de septiembre, los curiosos y los fans de la prenda pueden encontrar en algunas estaciones de servicio un modelo similar al que habitualmente utiliza el presidente, tanto en escenarios oficiales como, según sus propias declaraciones, en la intimidad de la Quinta de Olivos. Sin embargo, es importante aclarar que estos mamelucos no son idénticos a los utilizados en la industria. Los modelos de uso industrial incorporan tecnologías de protección específicas que elevan considerablemente su costo de producción, haciéndolos inviables para la venta masiva.

El precio de venta al público de estos mamelucos ronda los $100.000, un valor que ha generado cierta controversia y que, según fuentes internas, está siendo revisado con el objetivo de ofrecer un precio más accesible. La empresa es consciente de que el precio actual podría limitar el alcance de la prenda, y busca una alternativa que permita llegar a un público más amplio.

El propio presidente Milei ha contribuido a la popularización de los mamelucos de YPF. En una reciente entrevista, reveló que los utiliza a diario en la residencia de Olivos. “¿Sabés como estoy vestido todos los días en Olivos? Con unos mamelucos que me regaló Marín (Horacio), los de YPF”, confesó. Milei incluso relató una anécdota en la que le expresó a Marín su entusiasmo por la prenda: “Un día lo llamé a Horacio y le dije: ‘Vos me hiciste el tipo más feliz del mundo’… Me dice: ‘¿Por la plata que está ganando YPF?’… ‘No, por los mamelucos’”.

Según el presidente, el mameluco de YPF le permite sentirse cómodo y libre para jugar con sus perros y realizar actividades en la residencia presidencial. Esta imagen, la de un presidente relajado y vestido con una prenda de trabajo, ha conectado con un sector del público que valora la autenticidad y la cercanía.

Más allá de la anécdota y la curiosidad, el caso de los mamelucos de YPF plantea interrogantes sobre la relación entre la política, la moda y el marketing. ¿Se trata de una simple coincidencia, de una estrategia deliberada, o de una combinación de ambos factores? Lo cierto es que, de manera inesperada, una prenda de trabajo ha saltado a la fama, convirtiéndose en un símbolo de una época y en un ejemplo de cómo la cultura popular puede transformar objetos cotidianos en objetos de deseo.