El Ascenso y Caída de “Pepita la Pistolera”: Margarita Di Tullio, entre el Cabaret y la Leyenda Criminal

La historia de Margarita Di Tullio, más conocida como “Pepita la Pistolera”, es un relato que se desenvuelve entre la oscuridad del hampa marplatense y las luces estridentes de un cabaret. Un suceso trágico en la mañana del 20 de agosto de 1985 marcó un antes y un después en su vida, transformándola de una mujer común en un personaje legendario.

Aquel día, en su propia casa, Margarita se enfrentó a una situación extrema que la llevó a tomar una decisión drástica. Los diarios de la época, como La Capital, titularon con asombro: “Impresionante suceso, una mujer mata a tres maleantes”. La crónica inicial hablaba de un confuso episodio entre personajes del bajo mundo, donde Di Tullio, señalada como la “triple homicida”, fue detenida con heridas leves.

Según los informes policiales, alrededor de las 9:30 de la mañana, la tranquilidad de la calle Alvear al 200 se vio interrumpida por gritos, disparos y corridas. El juez Bernardo René Fissore, al llegar a la escena, constató que los fallecidos eran Alejandro Raúl Lozada (alias Tarta Grande), su hermano Mario Lozada, y Américo Córdoba. Margarita Graciana Di Tullio, de 36 años, comerciante y casada, fue identificada como la autora de los disparos. Tras ser atendida por sus heridas en el hospital, quedó detenida.

Las investigaciones revelaron que los hombres abatidos contaban con un historial delictivo en Mar del Plata. Di Tullio se encontraba en su habitación cuando los intrusos irrumpieron en su hogar. Su pareja, Guillermo “el Negro” Schelling, estaba en el living con la hija mayor de Margarita y una amiga, mientras que los hijos menores del matrimonio se encontraban en otra habitación. Uno de los asaltantes forcejeó con Schelling, mientras que los otros dos se dirigieron a la habitación de Margarita. En un acto reflejo, ella tomó un revólver calibre .38 largo y disparó a quemarropa contra los atacantes.

El caso fue caratulado como “Tentativa de robo, tentativa de violación, triple homicidio, lesiones leves y abuso de armas”. Tanto Di Tullio como Schelling fueron alojados en el Complejo Penitenciario de Batán. Las pericias determinaron que Margarita era culpable de dos de los homicidios, y la carátula cambió a “exceso en la legítima defensa”, lo que resultó en una condena de tres años de prisión.

Años después, Margarita relataría los hechos con crudeza: “Me dijeron que no sólo se iban a llevar la plata sino que tenían ganas de violar a mis niños y de paso a mí. Cuando vi que las amenazas venían en serio, saqué el arma de debajo de las sábanas y les disparé sin asco”.

Si bien los diarios de la época mencionaron una posible sociedad entre Di Tullio y uno de los Lozada por una deuda de 300 dólares, su hijo Gabriel Triviño negó rotundamente esta versión, recalcando que a su madre nunca le agradó el apodo de “Pepita la Pistolera”.

Dueña de la Noche

Tras su tiempo en prisión, Di Tullio incursionó en el mundo del entretenimiento nocturno, abriendo junto a su pareja el cabaret “Neisis Drinks”. El lugar se convirtió en un punto de encuentro para marineros, comerciantes, profesionales y políticos. Margarita se enorgullecía de dirigir un espacio donde, según ella, las mujeres trabajaban por voluntad propia y eran respetadas. En su apogeo, “Neisis” llegó a tener 40 mujeres trabajando en el bar.

Margarita se preocupaba por el bienestar de sus empleadas, exigiéndoles una buena presencia y motivándolas a dar lo mejor de sí mismas. “No son costureras: son putas y a toda honra”, les decía, “Acá hay que poner la mejor sonrisa”.

Con el tiempo, “Neisis” se convirtió en un lugar emblemático de la noche marplatense. Sin embargo, tras la muerte de Margarita, el negocio familiar tomó un rumbo diferente. En 2012, la policía desmanteló el cabaret en un allanamiento, y el hijo de Pepita fue procesado por Trata de Personas.

La Banda de los Pepitos y el Crimen de Cabezas

En 1997, el nombre de Margarita Di Tullio volvió a resonar en los medios nacionales, esta vez vinculada al crimen del fotógrafo José Luis Cabezas. Se la acusó de liderar “La banda de los Pepitos”, sospechosa de participar en el asesinato. Di Tullio negó rotundamente su participación y, tras pasar 77 días en prisión, fue sobreseída por falta de pruebas.

Convertida en un personaje mediático, Margarita participó en programas de televisión y se convirtió en una defensora de las prostitutas asesinadas por un falso asesino serial.

Margarita siempre anheló la fama y el reconocimiento. Su participación en el programa de Mirtha Legrand marcó un hito en su vida, aunque también generó controversia debido a su comportamiento frente a las cámaras.

De Encargarse de un Cabaret a Comprar Lapiceras de Colores

En el Puerto de Mar del Plata, la figura de Margarita Di Tullio genera recuerdos y anécdotas. Los comerciantes de la zona la recuerdan como una mujer de trato cordial, aunque también reconocen que su cabaret generaba cierto revuelo en el barrio. A pesar de su reputación, Margarita era vista como una clienta educada y amable en los negocios locales.

A pesar de que no resultaba extraño verla a la luz del día realizando compras en los distintos negocios, era más fácil cruzarse en la calle a las empleadas de su cabaret, que no sólo servían copas a los clientes, sino también ofrecían servicios sexuales.

En una librería cercana, la recuerdan como una clienta asidua que compraba lapiceras de colores.

Música de Sandro, un Loro que Cantaba la Marcha Peronista, Champagne y un Cura Asustado

Margarita Di Tullio falleció el 30 de septiembre de 2009, tras sufrir un accidente cerebrovascular. Su velorio y sepelio fueron un reflejo de su vida: una mezcla de extravagancia, música y controversia.

Su familia cumplió su última voluntad al pie de la letra, despidiéndola con música de Sandro y champagne. En el velorio, un loro cantaba la Marcha Peronista, mientras que cientos de personas se acercaron a darle el último adiós.

El sepelio fue igualmente llamativo, con autos decorados con fotos de Margarita y música a todo volumen. El sacerdote de la parroquia local se encerró por temor a un robo. En el cementerio, los asistentes cantaron canciones de Sandro y derramaron bebidas alcohólicas sobre el ataúd.

Para su hijo Gabriel, es una lástima que no haya trascendido que Margarita era “una madraza” que se desvivía por sus hijos y nietos. Él prefiere recordarla como una mujer generosa, que amaba la vida y siempre tenía una sonrisa en el rostro.

En definitiva, la historia de Margarita Di Tullio, “Pepita la Pistolera”, es un relato complejo y fascinante, que refleja una época y un contexto social particular. Una mujer que, a pesar de sus errores y contradicciones, dejó una marca imborrable en la memoria de Mar del Plata.