La angustia se palpaba en el aire cuando Lissa Vera, compañera de Lourdes en el grupo Bandana, alzó su voz para denunciar la situación que atravesaba la cantante. Su declaración, “La prefiero ofendida y viva que contenta y muerta”, resonó con fuerza, desmintiendo las especulaciones sobre un simple distanciamiento familiar. Lissa lo dejó claro: “Lourdes está en peligro”.
La pesadilla comenzó cuando la madre de Lourdes, alarmada por semanas sin noticias, denunció su desaparición. La policía, al dirigirse al domicilio de Leandro Esteban García Gómez, se encontró con un hombre visiblemente nervioso, quien negó la presencia de la artista. Horas después, un video publicado por Lourdes en redes sociales, donde afirmaba estar “perfecta” y “recién levantada”, resultó ser una farsa, una actuación forzada bajo coacción en la casa de su ex pareja.
La detención de García Gómez, al salir de su departamento en Palermo, marcó el fin de una jornada de engaños. Su rostro demacrado, reflejo de un día de estrés y una herida visible, evidenciaban la tensión vivida. Lourdes fue encontrada en el lugar y trasladada al hospital Fernández, mientras que su ex pareja fue encarcelado.
Un Historial de Violencia y Destrucción
Leandro Esteban García Gómez, de 46 años, licenciado en administración de empresas y con un pasado laboral en el sector público, arrastraba un oscuro historial. En 2019, otra mujer, una abogada que fue su pareja, lo denunció por violencia de género, lo que resultó en una causa judicial y la imposición de una tobillera electrónica, según información de Infobae.
Si bien García Gómez fue monitoreado electrónicamente hasta abril de 2021, el expediente judicial revela que se benefició de varios sobreseimientos, incluyendo una falta de mérito en seis hechos. Sin embargo, sus problemas legales no terminaron ahí.
En 2022, fue demandado por el propietario de un departamento que le había alquilado en el barrio de Colegiales, por una deuda de 1.3 millones de pesos. La denuncia describe un panorama desolador: el inmueble, alquilado amueblado en 2019, se convirtió en escenario de violencia constante. Gritos, peleas, portazos y quejas vecinales eran moneda corriente. El dueño del departamento recibió multas del consorcio y hasta una carta documento.
La situación escaló hasta tal punto que, en agosto de 2020, el departamento fue allanado en el marco de una investigación por un disparo de arma de fuego ocurrido en un edificio de oficinas en la calle Sarmiento. La denunciante, nuevamente, fue su ex pareja, la misma que lo había acusado de violencia de género. En ese momento, García Gómez ya portaba la tobillera electrónica.
La demanda del propietario detalla el estado deplorable en el que encontró el departamento al recuperarlo en mayo de 2021: heladera rota, cafetera faltante, horno y lavarropas inutilizables, sillón destrozado y alfombra en pésimas condiciones. García Gómez, aún con la tobillera, fue detenido en el lugar.
Adicción y Contención: Un Círculo Vicioso
El episodio del arma le valió una condena de dos años y cuatro meses de prisión condicional en diciembre de 2020. El tribunal le exigió someterse a tratamiento psicológico, reconociendo su “consumo problemático de estupefacientes -cocaína- y ansiolíticos sin prescripción médica”. En esa causa, García Gómez admitió estar en tratamiento psiquiátrico online y señaló a Lourdes como su contacto alternativo y como un pilar fundamental de contención durante su arresto.
A pesar de los esfuerzos de Lourdes, la relación continuó marcada por la violencia. En noviembre de 2022, la cantante denunció a García Gómez y recibió un botón de pánico. Sin embargo, en julio de 2023, decidió devolver el dispositivo, cerrando un capítulo que, lamentablemente, volvería a abrirse, exponiendo a Lourdes a un peligro inminente y revelando un patrón de conducta destructiva por parte de su ex pareja.