El Mundo Llora la Pérdida de Lalo Schifrin, Maestro de la Música Cinematográfica

El mundo de la música está de luto tras el fallecimiento de Boris Claudio Schifrin, conocido universalmente como Lalo Schifrin, a la edad de 93 años. El renombrado pianista, compositor, arreglista y director de orquesta argentino, sucumbió a complicaciones derivadas de una neumonía, dejando tras de sí un legado musical imborrable que trascendió fronteras y generaciones.

Nacido el 21 de junio de 1932 en Buenos Aires, Schifrin se erigió como un verdadero gigante de la música para cine y televisión, dejando una huella imborrable en la cultura popular. Su talento y versatilidad le permitieron navegar con maestría entre diversos géneros, desde el jazz y la música clásica hasta las bandas sonoras cinematográficas, creando un estilo único e inconfundible.

Si bien su extensa y prolífica carrera abarcó numerosas composiciones exitosas, es innegable que su nombre quedará eternamente ligado a la icónica banda sonora de la serie de televisión y posterior saga cinematográfica “Misión Imposible”. El tema principal, con su ritmo palpitante y su melodía inconfundible, se convirtió en un símbolo de suspense y aventura, catapultando a Schifrin a la fama mundial y consolidándolo como uno de los compositores más influyentes del siglo XX.

El talento musical de Schifrin floreció desde temprana edad. Proveniente de una familia profundamente arraigada en el mundo de la música – su padre, Luis Schifrin, fue primer violín del prestigioso Teatro Colón – Lalo comenzó sus estudios de piano a la temprana edad de seis años, bajo la tutela de maestros de la talla de Enrique Barenboim y Andreas Karalis. A pesar de iniciar estudios de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, su pasión por la música lo llevó a abandonar la carrera tras obtener una beca para estudiar en el Conservatorio de París en 1952.

Su estancia en París fue crucial en su desarrollo artístico. Allí, Schifrin combinó sus estudios formales de música clásica con su creciente interés por el jazz, frecuentando los clubes nocturnos y experimentando con nuevos sonidos y ritmos. En 1955, representó a Argentina en el Festival de Jazz de París, compartiendo escenario con el legendario Astor Piazzolla, un encuentro que marcaría profundamente su visión musical.

De regreso a Buenos Aires, Schifrin formó una big band que rápidamente llamó la atención del trompetista Dizzy Gillespie, quien lo invitó a unirse a su banda en los Estados Unidos. Esta invitación marcó un punto de inflexión en su carrera, abriéndole las puertas al mercado musical estadounidense y permitiéndole desarrollar todo su potencial creativo.

Entre 1960 y 1962, Schifrin se desempeñó como pianista del quinteto de Gillespie, consolidando su reputación como un virtuoso del jazz. Posteriormente, se radicó en Los Ángeles, donde fue contratado por la Metro-Goldwyn-Mayer para trabajar en cine y televisión. Instalado en una casa en Beverly Hills que había pertenecido al comediante Groucho Marx, Schifrin se mantuvo activo hasta sus últimos días, componiendo, arreglando y dirigiendo música para una amplia variedad de proyectos.

Su incansable dedicación a la música lo llevó a estrenar, en 2025, su sinfonía ¡Viva la Libertad! junto al compositor Rod Schejtman en el emblemático Teatro Colón de Buenos Aires, un hito que celebró su regreso a sus raíces y su compromiso con la música argentina. Hasta pocos días antes de su fallecimiento, Lalo Schifrin continuó recibiendo homenajes y reconocimientos por su trayectoria, un testimonio de su impacto duradero en el mundo de la música.

Lalo Schifrin deja un legado musical invaluable, un puente entre el jazz, la música académica y la cultura audiovisual contemporánea. Su obra, que definió una época, seguirá resonando en películas, series y escenarios de todo el mundo, inspirando a futuras generaciones de músicos y amantes del arte.