Más que un simple mueble, la biblioteca personal se revela como un espejo del alma, un reflejo de nuestras inquietudes, pasiones y transformaciones. Para Clara Barrenechea, periodista incansable en su búsqueda de respuestas, su biblioteca es una extensión de su ser, un territorio donde las preguntas florecen y las historias convergen.
Clara, quien confiesa haber elegido el periodismo por la necesidad imperiosa de seguir preguntando, encuentra en los libros un eco de esa misma vocación. Su biblioteca, dispuesta en una pared adornada con estantes verde claro y salpicada de objetos entrañables que ella llama “chirimbolos”, es un santuario de lectura, presidido por una salamandra y un sillón que invitan a la introspección.
El aparente desorden de sus estantes esconde un meticuloso mapa de su vida. Desde los libros de la infancia, impregnados de nostalgia, hasta los textos de su época de estudiante, marcados por el fervor militante, y las obras actuales, donde la poesía ocupa un lugar preponderante, cada libro es un hito en su trayectoria personal.
Un Legado Familiar de Letras
La pasión de Clara por los libros tiene raíces profundas en su familia. Su padre, diseñador gráfico e impresor, le legó el amor por el objeto libro, el aroma a tinta y el rumor de las prensas. Cada 7 de junio, sus padres le obsequiaban un libro sobre periodismo, alimentando su vocación y enriqueciendo su biblioteca con títulos emblemáticos.
Recordando su infancia, Clara evoca con cariño los juegos de bibliotecaria, organizando libros y creando ficheros imaginarios. Conserva con celo algunos de sus libros infantiles, como la colección de Harry Potter, rescatados del olvido tras su partida a La Plata para estudiar. Entre ellos, destaca “Mitos y Leyendas”, un libro que la fascinaba con sus ilustraciones y su aura de misterio.
La lectura nocturna era un ritual sagrado en su infancia. Bajo la tenue luz de una lámpara con pinzas, se sumergía en las páginas de sus libros, a veces con consecuencias inesperadas, como la noche en que la lectura de “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga le robó el sueño.
De la Militancia al Feminismo: Un Viaje Intelectual
Un lugar destacado en su biblioteca lo ocupa la “Biblioteca esencial del pensamiento contemporáneo” de la editorial Siglo XXI, una colección que perteneció a su madre y que Clara atesora como un legado invaluable. La ausencia de autoras en la colección no pasa desapercibida, una señal de los tiempos que invita a la reflexión.
En los estantes superiores, encontramos ejemplares del “Nunca Más”, un testimonio impactante de la historia argentina, junto a obras de Paul Preciado, Judith Butler, Leila Guerriero, Mariana Carbajal, Silvia Federici y Luciana Peker, entre otros. Esta sección de la biblioteca refleja su etapa de estudiante, marcada por la militancia, la filosofía, el ensayo y el feminismo incipiente.
Clara recuerda con especial cariño el impacto que tuvieron en ella libros como “El diario violeta de Carlota” de Gemma Lienas, que le brindó las herramientas para comprender las desigualdades de género, y “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano, que le abrió los ojos a la realidad social y política de la región.
Un Reflejo de las Inquietudes del Alma
Si su biblioteca pudiera hablar, revelaría a una Clara preocupada por las injusticias del mundo, comprometida con el feminismo y la militancia social, y ávida por comprender las raíces de la violencia. Esa es la pregunta que la impulsa: ¿por qué el mundo es tan violento? Una interrogante que busca responder en cada libro, incluso en las novelas.
La sección de ficción, aunque mermada por los libros prestados y regalados, alberga títulos como “Cámara Gesell” de Guillermo Saccomanno, obras de Camila Sosa Villada, “Monólogos de la vagina” de Eve Ensler, libros de Guillermo Martínez, “Paisajes de guerra” de Juan Goytisolo, la “Divina Comedia” de Dante Alighieri y “Así habló Zaratustra” de Nietzsche, entre otros.
Entre ellos, destaca una edición de Grijalbo de “Los dragones del Edén” de Carl Sagan, un libro que perteneció a su madre y que Clara conserva con cariño, testimonio de un legado familiar de curiosidad y conocimiento.
La Poesía como Refugio y Revelación
En los últimos años, la poesía ha ganado terreno en la biblioteca de Clara, ocupando un lugar privilegiado en los estantes superiores. Allí encontramos obras de Pizarnik, Elvira Sastre, Paula Maffía y Camilo Blajaquis, entre otros poetas que la inspiran y la invitan a explorar nuevas formas de expresión.
Clara confiesa que le costó aceptar la poesía, que durante su adolescencia positivista la subestimó por considerarla menos rigurosa que el ensayo. Sin embargo, con el tiempo, descubrió la potencia narrativa de la poesía y se permitió explorar el goce y la belleza que ofrece.
Hoy, Clara lamenta no poder dedicar más tiempo a la lectura y no poder comprar todos los libros que desea. Sin embargo, su biblioteca sigue creciendo, un organismo vivo que refleja su evolución personal e intelectual, un testimonio de su lucha por comprender el mundo y transformarlo a través de la palabra.
Como bien dijo Umberto Eco, “la biblioteca no es una suma de libros, es un organismo vivo con vida autónoma”. En el caso de Clara Barrenechea, su biblioteca es memoria, lucha, resistencia y, sobre todo, un mar de preguntas que la impulsan a seguir buscando respuestas en cada página.