“Memento mori – ¿quién va a sentarse a la sombra del roble que planté hace dos años?”, se lee en el nuevo poemario de Evangelina Aguilera, Devenir Colombia (EOS – Escuela de Oficios y Saberes – Argentina – 2025), que se presentó ayer sábado, y la ocasión es propicia para hablar sobre poesía.
Devenir Colombia es el resultado de la diplomatura que cursó Aguilera en Escritura Creativa, a cargo de María Negroni, en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Durante la cursada, alguien puso a la poeta en una situación de escritura muy incómoda. De allí, el poemario; de allí, la nueva experiencia de aprendizaje. Ante la pregunta de por qué la puso en un lugar incómodo, Aguilera no duda al responder: “Porque yo soy muy solemne. Soy una abuela en un cuerpo de mujer de 47 años. Entonces, aparece este profesor tan desestructurado, tan gracioso, tan grosero cuando se le ocurre, y me dice: ‘¿Sabés qué? Vas a salir de todos esos lugares cómodos de tu escritura. Hablá de algo absolutamente vulgar. A ver, decime ahora, ¿qué es algo estúpido para vos? Algo vulgar’. Y yo recordé que, en ese momento, estaba el problema de Shakira con Piqué (2023), la infidelidad y el engaño. Fue lo que le dije. Entonces, él me pidió que escribiera sobre eso y yo quería suicidarme. Ya había pagado la diplomatura y no podía faltar ni abandonar. Había hecho mucho sacrificio. Bueno, empecé hablando de eso e hice una conexión con María Mercedes Carranza, una de las poetas más hermosas de Colombia, y con la gran problemática que tuvo con los revolucionarios, la FARC, por su hermano, a quien casi asesinan porque todos pensaban que ella tenía plata, cosa que no era así, y ella termina suicidándose. María Mercedes se suicida en la misma casa de José Asunción Silva (uno de los poetas más importantes que introdujo los cánones modernos en la literatura colombiana). Entonces, lo que hice fue entrelazar la vida personal, aparentemente absurda, de una cantante pop con la vida de una poeta colombiana y una voz femenina que constantemente piensa desde el sur latinoamericano, desde un campo del sur de Latinoamérica. Una voz que puede ser mi voz, una voz que piensa sobre las mujeres y sobre literatura constantemente”.
—¿Por qué “Devenir Colombia”?
—Para mí es un homenaje a Colombia, porque este poemario fue una revolución conmigo misma. Es decir, se me estalló la lengua. La gran revolución la perdí yo, me ganó la poesía, pero me ganó lo lúdico, me ganó la gracia.
—O sea, fue una revolución contra vos, no tuya…
—Y que perdí. Perdí profundamente y me alegro mucho de haber perdido. Y también el gesto de que esto sea digital y gratuito es hermoso. Es revolucionario, creo.
—Evangelina, ¿cuándo descubrís que lo que escribiste es un poema, o es poesía, y no solo palabras o algo que vos querías decir?
—Cuando está lo suficientemente corregido. Si no, no se puede ni siquiera mostrar. Eso es un poema, un trabajo estético, pulido y a conciencia. Todo lo demás es balbuceo. Creo que va por ese lado.
—¿Y eso lleva un tiempo determinado o depende de cada poema?
—Este último me llevó mucho tiempo. A veces depende de la intensidad, del objetivo que uno tiene con la obra. Esto, como se iba a plantear como un proyecto y como un libro, llevó mucho tiempo de trabajo. En otros casos, tal vez menos, porque uno le pone menos intensidad al trabajo. Pero en verdad, cuando uno trabaja, sabe que tiene que dejar reposar, reescribir, pulir, volver con el tiempo y, en lo posible, en primera instancia, no mostrar eso para no pasar vergüenza.
Pero la poeta Evangelina Aguilera no se queda solo en un proyecto. A la presentación de este nuevo poemario, Devenir Colombia, le siguen otros en proceso y un nuevo taller que consta de 17 encuentros. Este taller comenzará en agosto y terminará en noviembre, centrándose en la experiencia de ingresar a la poesía por tres entradas distintas, de la mano de autores diferentes.
“La primera es poesía y política. Justo para estos tiempos, es genial pensar qué relación hay entre la poesía y la política hoy. Para este bloque elegí a mi maestro del alma, Juan Gelman, a Ernesto Cardenal y al hermoso Leónidas Lamborghini, a quien amo profundamente. Cardenal te lleva a un espacio místico también, entonces es poder pensar esta importancia del hombre en su tiempo y hasta dónde el hombre puede obviar su contexto en el cual enuncia poesía. El segundo tramo lo pienso desde poesía y verdad. Esta palabra, ‘verdad’, que es tan incómoda en estos tiempos, yo la pienso en el sentido de la búsqueda poética, las búsquedas en la obra completa. Por eso es muy pretencioso tal vez lo que yo quiera hacer, porque acá me meto con Roberto Juarroz, con Héctor Viel Temperley y con Leónidas Escudero. Tres autores que, en su obra completa, tienen una búsqueda lingüística absolutamente clara. Es decir, no son poetas que han quedado detenidos en sus obras, sino que, si vos las analizás, hay hasta un ascenso, una verticalidad, una clara ascensión, una búsqueda, quieras llamarla religiosa, lingüística, de conocimiento. Y para terminar de buscarnos a nosotros mismos, porque toda lectura de un poeta es una búsqueda de uno también, pensé esta palabra que siempre la usé cuando leía a Fernando Pessoa: poesía y desasosiego. Esta sensación de desasosiego, así como la búsqueda, también la pérdida o la incertidumbre ante el mundo. Creo que aquí hay tres bellísimos, como Joaquín Giannuzzi, al que amamos; José Watanabe, nuestro peruano divino, y Edgar Bayley. Son poetas que, para mí, en su producción tienen siempre un punto de angustia en la búsqueda”, aclara Evangelina.
—Pensando un poco en estas últimas instancias del taller, se me ocurría preguntarte: ¿Cómo se hace, si es que hay alguna fórmula, o qué te parece a vos esto, cómo se pasa de algo doloroso a algo bello en el poema, sin que pierda la verdad?
—¡Qué difícil esa pregunta! Sucede que la verdad está en el dolor mismo. Y esto lo dijo Cioran alguna vez: “En el dolor hay mucha belleza. Hay mucha verdad”. En la tragedia hay una verdad indiscutible. Nietzsche decía: “¿Cuándo aprendemos nosotros? Cuando sufrimos, no cuando estamos relajados, alegres”. Yo confío mucho en el desasosiego. Confío mucho, porque el momento de crisis es el momento, al menos para mí, espiritualmente más rico. Obviamente que no me gusta sufrir, como a nadie le gusta sufrir, pero yo sé que es el momento de tranquilidad, de sosiego y de muchísima soledad. Todos los que me conocen saben que soy muy solitaria. Y esto no implica que yo no quiera a la gente. Pero yo necesito una profunda soledad para transformarme. Entonces, creo que tal vez la transformación, el motor esencial de todo esto es un dolor y un percibirlo. Percibirlo con verdad.
“Oír la ausencia, traducirla a este mundo, y desaparecer”, es otro de los bellos poemas que hacen de este nuevo libro de Evangelina Aguilera un real encuentro con la poesía. Con esa poesía que busca en uno y que uno experimenta para buscarse.
(*) Devenir Colombia pueden descargarse gratuitamente en la página web de la editorial: EOS – Escuela de Oficios y Saberes – Argentina. Los interesados en los talleres que brinda la poeta deben comunicarse a través de sus redes sociales: IG @evangelinaaguilera5616.