Federico Cano, un viajero de 34 años con espíritu aventurero, decidió cambiar los viajes convencionales por una experiencia sobre dos ruedas. Tras meses de preparación física y mental, este argentino se embarcó en una travesía en bicicleta que lo llevaría desde Mar del Plata hasta Brasil, acumulando anécdotas y descubrimientos que comparte a través de su cuenta de Instagram, @sicoloviajero.
Un Destino Inesperado
Originalmente, el plan de Federico era llegar a Tandil. Sin embargo, la carretera y su propio impulso lo llevaron a recalcular su ruta. “Me di cuenta que estaba para viajar y entonces tenía que elegir entre Salta o las Cataratas del Iguazú y decidí por el calorcito”, relató, evidenciando la espontaneidad que caracteriza su viaje. Desde las Cataratas, la cercanía a las playas brasileñas fue un incentivo irresistible, marcando un nuevo rumbo en su aventura.
Más Allá del Fútbol: Un Viaje de Autodescubrimiento
Si bien Federico recuerda con cariño su viaje al Mundial de 2014 para apoyar a la selección argentina, esta travesía en bicicleta representa un nuevo capítulo en su vida. Dedicado a la venta de calzado online durante el resto del año, Federico buscaba escapar del invierno y encontrar el calor del norte. “Me decidí de hacer este viaje porque se terminó la temporada y la idea era buscar el calorcito. Y hace como 2 meses que salí. Siempre fui de viajar pero nunca de esta manera y la verdad que meterle a la bici es hermoso.”
Kilómetros de Desafío y Recompensa
El recorrido no ha estado exento de desafíos. Semanas intensas de pedaleo, como los 700 kilómetros recorridos en siete días para llegar a Santa Catarina, se alternan con días de descanso y la oportunidad de seguir de cerca a su equipo, Aldosivi. Sin embargo, los contratiempos, como la rotura de los rayos de la bicicleta o los cambios inesperados de ruta, son tomados con filosofía y resiliencia. “Todo pasa por algo”, reflexiona Federico, quien comparte sus experiencias diarias a través de videos en su cuenta de Instagram.
La Gente: El Tesoro Más Valioso del Camino
Más allá de los paisajes imponentes y los desafíos superados, lo que más destaca Federico de su viaje es la calidez y generosidad de la gente que encuentra en el camino. “Lo mejor es la buena onda de la gente. Nunca pensé que sería así, porque gente que no te conoce, que por ahí ves que no les sobra, que no son ricos, te regalan cosas. Te invitan a su casa a comer. Me han regalado mandarinas, yerba, sándwiches, de todo.”
Estos gestos de bondad, sumados a los mensajes de apoyo que recibe a través de las redes sociales, son un motor fundamental para seguir adelante, especialmente en los momentos más difíciles. “Algunos entran a mi cuenta y me mandan unos pesos. Y otros te ayudan con sus palabras de aliento para seguir. Cuando pasas frío o lluvia que es lo peor, cuando se te moja la carpa, la ropa…lees los comentarios de aliento de la gente y vas para adelante.”
Un Legado de Gratitud
Para Federico Cano, esta aventura en bicicleta no solo es un viaje geográfico, sino también un viaje interior que le ha permitido reafirmar su fe en la humanidad. “Siempre estaré agradecido y el recuerdo será que la gente es mejor que los paisajes”, concluye, dejando una reflexión inspiradora sobre la importancia de la conexión humana y la bondad en un mundo a menudo marcado por la indiferencia.