Un torbellino de controversia ha sacudido las redes sociales luego de que Ivet Playa, una joven de 28 años, compartiera un relato explosivo en TikTok acusando al reconocido cantante Alejandro Sanz de manipulación emocional y abuso de su fanatismo durante sus años de juventud. La denuncia, aunque no formalizada por la vía judicial, ha generado un intenso debate público, dividiendo opiniones entre los usuarios de las plataformas digitales.
El relato de Ivet se centra en un presunto vínculo que comenzó en 2015, cuando ella tenía 18 años y Sanz, 49. “Necesito contar mi historia con Alejandro Sanz por la niña que fui, pero sobre todo por la mujer que soy hoy”, declara Ivet en su video, explicando cómo el artista comenzó a interactuar con ella a través de las redes sociales. Según su testimonio, Sanz la siguió, le enviaba mensajes privados, comentaba sus fotos e incluso compartía contenido suyo en sus propias redes, lo que la llenó de asombro y admiración. Este contacto inicial escaló hasta que, según Ivet, se conocieron en persona.
Ivet enfatiza la dificultad que le supuso internalizar y procesar lo vivido. Afirma que Alejandro Sanz era plenamente consciente de su admiración y juventud. Relata cómo, con tan solo 19 años, comenzó a trabajar como dependienta para poder viajar por toda España y asistir a sus conciertos. Llegó a presenciar alrededor de diez espectáculos en un lapso de mes y medio. Posteriormente, Sanz le habría ofrecido un puesto como asistente personal, una propuesta que la llevó a tomar una decisión trascendental en su vida.
“Jugó con mis sueños, con mi ilusión”, expresa Ivet, describiendo cómo a los 22 años dejó su hogar en Barcelona para mudarse a Madrid tras ser contratada por Alejandro Sanz. Su relato se torna aún más íntimo al revelar que la relación con el artista trascendió lo profesional, adentrándose en un terreno personal y sexual. Ivet denuncia que sus mensajes privados con Sanz estaban siendo monitoreados por terceros, un hecho que la hace sentir vulnerable y expuesta.
“Se suponía que estaba viviendo un sueño, un sueño más de su mano, pero la realidad es que se convirtió en una terrible pesadilla. No tengo palabras para expresar lo que he sentido, me siento engañada, me siento utilizada, me siento humillada, me siento incluso sucia porque no sé quién ha podido llegar a ver lo que yo le mandaba en mi más absoluta e íntegra intimidad”, confiesa Ivet, describiendo el impacto emocional que esta situación ha tenido en su vida.
Ivet sostiene que el comportamiento del cantante sobrepasó los límites éticos y humanos. Concluye su relato con una reflexión sobre su crecimiento personal: “Ya no soy esa niña que hizo todo por estar cerca de él. Hoy sé lo que es un vínculo sano, proporcional y recíproco, y reconozco cuando alguien hace las cosas con el corazón y cuando alguien se siente tan vacío por dentro que sólo se siente bien utilizando el corazón de los demás”.
La publicación de Ivet generó una ola de reacciones encontradas. Algunos usuarios criticaron duramente la actitud de Sanz, acusándolo de abuso de poder y aprovechamiento de una joven admiradora. Otros, en cambio, cuestionaron la responsabilidad de Ivet, argumentando que era mayor de edad cuando ocurrieron los hechos.
Ante la controversia y las especulaciones, Ivet publicó un mensaje aclaratorio en su cuenta de Instagram, buscando precisar el alcance de sus acusaciones: “Quiero aclarar que todas mis declaraciones se refieren a actitudes moral y humanamente inaceptables, evitando así interpretaciones erróneas que puedan desvirtuar mi verdad, o desviar el foco hacia otro tipo de hechos que no han ocurrido. En ningún caso culpabilizo a Alejandro Sanz de ninguna conducta delictiva. Y para terminar: no es el qué. Es el cómo. Han pasado tantas cosas que necesito tiempo para explicarlas con todo tipo de detalles y pruebas. Os lo merecéis, y mi historia también. Gracias”. La historia continúa desarrollándose, dejando abiertas interrogantes sobre el futuro de esta controversia mediática.