El próximo 22 de agosto, la ciudad de Lomas de Zamora será escenario de un juicio que promete desentrañar una trama macabra y una coartada que se desmoronó ante la evidencia. Adriana Luzuriaga, la mujer acusada de asesinar a su novio, Juan Mangoni, en un incidente ocurrido el 8 de octubre de 2023, se sentará en el banquillo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 4. El proceso judicial, que había sido pospuesto, se iniciará justo después de la finalización de la feria de invierno, despertando gran expectación en la comunidad de Temperley, donde tuvo lugar el crimen.
La historia que Luzuriaga relató a las autoridades tras el hallazgo del cuerpo de Mangoni era, desde el principio, inverosímil. Según su versión, mientras dormía junto a su pareja, ambos fueron sorprendidos por un grupo de asaltantes enmascarados. En medio del supuesto forcejeo, Mangoni habría sido apuñalado, y los presuntos delincuentes, tras cometer el crimen, habrían ocultado el cadáver en un tanque de agua en desuso antes de darse a la fuga. Sin embargo, la investigación policial pronto reveló serias inconsistencias en su relato, sembrando dudas sobre su veracidad.
Uno de los primeros elementos que despertó sospechas fue la ausencia de signos de allanamiento en la vivienda, ubicada en la calle Sáenz Peña al 2100. No había indicios de que las puertas o ventanas hubieran sido forzadas, y tampoco faltaban objetos de valor. Además, Luzuriaga incurrió en contradicciones al referirse al número de asaltantes, confundiendo a los investigadores en varias ocasiones. Su afirmación de que los intrusos habían ingresado por el fondo de la propiedad también resultó ser falsa, ya que los muros hacían imposible tal acceso. A pesar de que la mujer aseguró que hubo una pelea a los gritos, ningún vecino declaró haber escuchado ruidos extraños o disturbios durante la noche del crimen.
El hallazgo de los teléfonos celulares, que Luzuriaga había denunciado como robados, en el inodoro del baño de la casa, fue un golpe contundente a su coartada. Pero la evidencia más incriminatoria surgió de las pruebas de luminol realizadas por los peritos de la Policía Científica. Estas pruebas revelaron que la escena del crimen no era donde Luzuriaga indicaba, sino en el living de la vivienda. Debajo de los muebles, los peritos encontraron rastros de sangre que no habían sido limpiados por completo, lo que evidenciaba un intento de encubrir el crimen.
Ante la contundencia de las pruebas, Adriana Luzuriaga fue detenida e imputada por “homicidio agravado por el vínculo”. Ahora, deberá enfrentar a la justicia y responder por la muerte de Juan Mangoni, en un juicio que promete revelar la verdad detrás de la fallida coartada de los “ladrones enmascarados”. La comunidad de Temperley espera que el proceso judicial arroje luz sobre este trágico suceso y que se haga justicia por la víctima.