Juli Savioli, originaria de Mar del Plata, se ha convertido en una figura prominente en el mundo de las redes sociales. Su ascenso a la fama, catapultado hace tres años por una frase memorable que se viralizó, la llevó a dejar su ciudad natal a los 17 años con la firme intención de triunfar en el ámbito digital. Recientemente, en una entrevista reveladora, Savioli compartió detalles íntimos sobre su relación con la cultura ‘fit’, sus trastornos alimenticios y cómo enfrenta la constante exposición pública.
“Me mudé de Mar del Plata a Buenos Aires y pude construir todo este mundo por mi cuenta. Aprendí a moverme y, de alguna manera, a pensar estratégicamente qué era lo que el público necesitaba ver. Al principio, me tildaron de loca, pero sabía que era parte del proceso”, confesó la influencer, reflexionando sobre sus inicios en el competitivo mundo de las redes.
Savioli destacó que, en su opinión, las redes sociales carecían de una “bizarreada bien hecha… la manera en cómo ciertas personas se toman las redes sociales”. Con esta visión, ella buscó ofrecer un contenido diferente y auténtico que resonara con la audiencia.
En la actualidad, Savioli se encuentra en un proceso constante de aceptación y amor propio. “Practico la confianza, la paciencia, el no menospreciarme, el no sentirme inferior. Todavía hay algo ahí que tengo que seguir trabajando”, explicó, refiriéndose a su imagen corporal. Reveló que sus problemas con la percepción de su cuerpo comenzaron en la adolescencia.
“Empecé a ir al gimnasio a los quince años”, recordó. Dos años después, incursionó en la danza clásica, una disciplina que, sin saberlo, desencadenaría una batalla interna. “No combinaba la danza clásica, donde tenés que estar lo más liviana posible, con el gimnasio. Entonces me decían ‘Cuidado las piernas, Juli, ¿eh?, no las tenés que tener tan grandes’. O ‘Tendrían que estar pesando entre 45 y 46 kilos’. Yo me lo tomé muy a pecho y pensé ‘Bueno, ¿quieren que baje de peso? Voy a bajar de peso’. Y ahí empezó todo el problema con la comida”, relató con franqueza.
Fue durante esa etapa que desarrolló una obsesión por la simetría corporal, llegando incluso a considerar intervenciones quirúrgicas para alcanzar su ideal estético. Sin embargo, con el tiempo, Savioli ha logrado reconciliarse con su cuerpo y abrazar su individualidad. “Ahora me amigué muchísimo más con mi cuerpo”, afirmó.
A pesar de su progreso, la influencia de las restricciones alimentarias aún persiste. “Me quedó lo de las calorías: no como esto, no como aquello. No como una hamburguesa hace como dos años y pico. No tengo muchas cosas dulces en la heladera porque sé que me las devoro”, admitió, evidenciando la lucha continua por superar los patrones restrictivos arraigados en su mente.
La historia de Juli Savioli es un testimonio de resiliencia y autoaceptación. Su valentía al compartir sus experiencias personales contribuye a generar conciencia sobre la dismorfia corporal y la presión estética en el mundo digital, inspirando a otros a amarse y aceptarse tal como son.