Más que una marca, La Campagnola es un eco en la memoria gustativa de Argentina. Un nombre que evoca imágenes de alacenas repletas y comidas compartidas. Pero, ¿cuál es la historia detrás de esta empresa que ha alimentado a generaciones?
Un Comienzo Italiano en Tierras Marplatenses
La historia comienza en 1912, con la llegada de los hermanos Luis y Silvio Benvenuto desde Italia. Impregnados del espíritu emprendedor inmigrante, vislumbraron un futuro próspero en la Argentina. Inicialmente, se dedicaron a la importación de conservas de pescado y tomate. Sin embargo, pronto ampliaron su horizonte, exportando productos argentinos que descubrían en su nuevo hogar.
Desde el principio, los Benvenuto buscaron imprimir un sello distintivo a su emprendimiento: la evocación de la tradición artesanal italiana. La imagen de la campagnola, la campesina, con productos frescos y un paisaje rural, se convirtió en el emblema de la marca. Una declaración de principios que trascendió el mero diseño del envase.
Mar del Plata: Cuna de la Industria Conservera
El año 1933 marcó un punto de inflexión. Los Benvenuto inauguraron su planta en Mar del Plata, una ciudad en pleno auge gracias a su puerto. Apostaron por la industrialización de conservas de pescado, especializándose en especies hasta entonces poco valoradas, como la caballa. Este pescado, gracias a La Campagnola, se convirtió en un alimento básico en la dieta argentina.
En la década de 1940, lanzaron Nereida, una marca que consagraría a las sardinas como un producto icónico a nivel nacional. Este crecimiento tuvo un impacto significativo en la economía local, generando empleo e impulsando la actividad del puerto marplatense. La Campagnola no solo creció como empresa, sino que también contribuyó al desarrollo de la ciudad.
Expansión Nacional e Innovación Constante
Con una visión ambiciosa, los Benvenuto expandieron sus operaciones a otras regiones del país. En la década de 1950, establecieron una planta en San Martín, Mendoza, dedicada a la elaboración de conservas de vegetales, frutas y mermeladas. En 1972, sumaron una planta en Choele Choel, Río Negro, enfocada en la producción de pulpa, puré y pasta de tomate, asegurando así el acceso a materia prima de calidad.
La innovación fue una constante en la trayectoria de La Campagnola. En la década de 1980, incorporaron el envase tetrabrik, más ligero y práctico, optimizando la logística y preservando el sabor de sus productos de tomate. En 1986, lanzaron la línea BC, dirigida a consumidores que buscaban opciones más livianas y dietéticas. Una apuesta por adaptarse a las nuevas tendencias del mercado.
De Empresa Familiar a Líder del Mercado
En 2005, la empresa cordobesa Arcor adquirió La Campagnola, integrando a sus dos mil empleados y consolidando su posición como un gigante de la industria alimenticia a nivel regional. En 2012, La Campagnola celebró su centenario, un hito que reafirmó su arraigo en el corazón de los argentinos.
Su catálogo de productos se ha diversificado a lo largo de los años, abarcando mermeladas, conservas de pescado, tomate y salsas, aderezos, hierbas y especias, y vegetales. Todos elaborados con los más altos estándares de calidad y procesos productivos de excelencia.
Desafíos y Resiliencia
Como muchas empresas argentinas, La Campagnola ha enfrentado momentos difíciles. En 2019, la planta de Mar del Plata experimentó paradas productivas y ajustes en su plantilla. Sin embargo, la empresa ha demostrado su capacidad de adaptación y resiliencia, buscando constantemente la eficiencia y la innovación para mantener su liderazgo en el mercado.
En un contexto económico incierto, La Campagnola continúa apostando por la calidad y la tradición, manteniendo vivo el legado de los hermanos Benvenuto. Su historia es un testimonio del espíritu emprendedor, el trabajo arduo y el compromiso con el sabor argentino. Un sabor que sigue presente en la mesa de millones de familias, generación tras generación.