Durante mucho tiempo, los vecinos del barrio Mar y Sol en Mar del Plata la conocieron simplemente como “la placita”. Un rincón familiar para juegos infantiles, paseos tranquilos al caer la tarde, y encuentros para compartir un mate bajo el sol o a la sombra de sus árboles. Un punto de reunión esencial para la comunidad, aunque curiosamente ausente de los mapas oficiales, sin un nombre propio que la identificara formalmente. Pero esa realidad ha quedado atrás. El Concejo Deliberante ha sancionado una ordenanza que no solo formaliza su existencia, sino que también la bautiza con el nombre elegido por quienes la disfrutan a diario: Plaza del Sol.
La ordenanza, impulsada por el bloque de Acción Marplatense, reconoce oficialmente como espacio público verde a la manzana delimitada por las calles 10 Bis, 509, 12 Bis y 30, ubicada en el corazón del barrio. Este espacio, que ya funcionaba como plaza, ha sido recientemente remozado gracias a los esfuerzos de la Sociedad de Fomento Barrio Mar y Sol. Más allá de la regularización técnica, este acto tiene un profundo significado simbólico: la plaza trasciende su condición de simple terreno en el mapa para convertirse en un lugar con identidad propia, un espacio reconocido y valorado por la comunidad.
La iniciativa surgió directamente de la demanda de los vecinos, quienes no solo utilizan activamente el espacio, sino que también se comprometieron a donar el cartel nomenclador que señalará su nombre. El Municipio, por su parte, se encargará de supervisar la calidad del cartel y su posterior instalación, asegurando que cumpla con los estándares necesarios.
El proyecto que dio origen a esta ordenanza fue más que un simple trámite burocrático. En su justificación, la concejala Eva Ayala resaltó la importancia de los espacios públicos como lugares de encuentro, de pertenencia y de construcción de comunidad. “Son lugares donde todos somos iguales”, citó el texto, retomando una definición del urbanista Ramón Chehade Herrera. “Espacios que permiten la interacción y la cohesión social, que generan identidad y confianza en lo colectivo”, enfatizó la concejala.
En este caso particular, el nombre propuesto, Plaza del Sol, no surgió de una comisión designada ni de un concurso formal, sino del uso cotidiano, de la espontaneidad barrial. A veces, los nombres nacen primero en la boca de los niños que juegan y luego se plasman en los documentos oficiales. Solo faltaba la voluntad política para reconocer lo que ya era una realidad palpable para los vecinos.
Con la aprobación de la ordenanza, el predio ha sido formalmente incorporado al Distrito de Urbanización Parque (UP), lo que garantiza su destino como espacio verde en los planos de zonificación. Si bien puede parecer una formalidad, esta medida tiene implicaciones concretas: impide que el lugar sea destinado a otros fines y asegura que su vocación de plaza se respete a lo largo del tiempo.
En una ciudad donde los espacios públicos a menudo son relegados al olvido, esta es una pequeña victoria. Sin embargo, para el barrio Mar y Sol, representa mucho más: es una afirmación de identidad, una forma de decir “esto es nuestro”. Y ahora, también, tiene un nombre que lo define y lo distingue: Plaza del Sol. Un espacio para el disfrute de todos, un símbolo de la comunidad y un testimonio del poder de la participación ciudadana.