La emblemática fábrica Textilana, un nombre sinónimo de calidad y tradición en la industria textil argentina, especialmente conocida por proveer a marcas de renombre como Kosiuko, se encuentra en medio de una profunda crisis. En el corazón de Mar del Plata, esta empresa, que alguna vez fue un pilar de la economía local, enfrenta acusaciones de despidos encubiertos, salarios que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas y una alarmante caída en la producción.
María Dematteis, representante de la Comisión Interna de trabajadores, ha alzado la voz para denunciar la difícil situación que atraviesan los empleados. Según sus declaraciones, la empresa ha comenzado a reducir su plantilla, priorizando la salida de aquellos con menos antigüedad. Este recorte se produce en un contexto económico nacional marcado por una fuerte recesión, que ha impactado negativamente en las ventas de la empresa. Dematteis señala que los almacenes de Textilana están sobrecargados de stock, reflejo de la baja demanda experimentada durante la temporada invernal. Esta situación, lamentablemente, ha desembocado en una serie de despidos que, según los trabajadores, no han sido comunicados oficialmente por la dirección de la empresa.
El impacto de la crisis se evidencia en la drástica reducción del número de empleados. Textilana, que en sus mejores tiempos llegó a emplear a más de 300 personas, hoy apenas supera los 200 trabajadores. Esta disminución es el resultado de una combinación de factores: algunos empleados han optado por renunciar ante la precariedad de los salarios, mientras que otros han sido despedidos sin recibir la indemnización correspondiente. Aquellos que aún conservan sus empleos se enfrentan a la dura realidad de salarios insuficientes, que no alcanzan para cubrir la canasta básica familiar. Esta situación económica precaria obliga a muchos a buscar fuentes de ingresos adicionales para poder subsistir.
La reducción de personal y el deterioro general de las condiciones laborales han generado un clima de incertidumbre y desánimo entre los trabajadores. La necesidad de complementar los bajos salarios ha llevado a algunos empleados a buscar trabajos a tiempo parcial, incluso después de cumplir largas jornadas en la fábrica. La delegada de la Comisión Interna relata el caso de compañeros que, tras una jornada completa en Textilana, se ven obligados a trabajar ocho horas adicionales conduciendo para plataformas de transporte como Uber, en un intento desesperado por llegar a fin de mes.
Ante esta situación crítica, la Comisión Interna de trabajadores se encuentra organizando acciones para hacer frente a los despidos y visibilizar el conflicto. Sin embargo, reconocen las dificultades que enfrentan debido al temor generalizado entre los empleados y la falta de apoyo externo. “Hay mucho miedo, pero también ganas de pelearla. El problema es que estamos muy solos”, lamenta Dematteis, reflejando la sensación de vulnerabilidad que sienten muchos trabajadores ante la incertidumbre que rodea el futuro de Textilana.
La crisis en Textilana no solo representa una amenaza para el empleo y el bienestar de los trabajadores, sino que también pone en riesgo la continuidad de una empresa histórica que ha sido un importante motor económico para la ciudad de Mar del Plata. La situación exige una pronta respuesta y soluciones que permitan preservar los puestos de trabajo y garantizar condiciones laborales dignas para todos los empleados.