Un Crimen Pasional Sacude Resistencia: El Relato de una Venganza Fatal
La ciudad de Resistencia, en la provincia de Chaco, se encuentra conmocionada tras el brutal asesinato de Érica Almirón Romero, una joven de tan solo 24 años. El principal sospechoso, su ex pareja, Joaquín Alfredo Pérez, ha sido detenido, pero no sin antes dejar una escalofriante carta que arroja luz sobre los motivos del crimen.
El domingo por la noche, la vida de Érica fue truncada en su propio departamento. La policía, alertada por una llamada de emergencia, encontró a la joven inconsciente. Walter Gómez Esquivel, actual pareja de Érica, fue quien permitió el acceso a la vivienda. En la habitación, yacía el cuerpo de Érica sobre un colchón. Los intentos por reanimarla fueron en vano, y el personal médico confirmó su fallecimiento.
Inicialmente, Gómez Esquivel declaró que al llegar al departamento encontró a Érica con una media en la boca y signos de haber ingerido productos de limpieza y gas, sugiriendo un posible suicidio. Ante la ambigüedad de la situación, la causa se caratuló como “muerte dudosa”.
Una Carta Confesión Cambia el Rumbo de la Investigación
El caso dio un giro inesperado cuando los padres de Joaquín Alfredo Pérez se presentaron en la comisaría con una carta manuscrita. En ella, su hijo confesaba haber matado a Érica, motivado por la venganza. La fiscal María Noel Benítez, al frente del Equipo Fiscal N°11 de Género, ordenó la inmediata detención de Pérez, y se emitió una orden de captura a nivel regional.
La policía de Corrientes logró interceptar a Pérez cuando viajaba en un colectivo con destino a Posadas. Fue detenido en un control vehicular en la Ruta Nacional N.º 12, confirmándose que sobre él pesaba una orden de captura.
La Carta: Un Testimonio de Arrepentimiento y Obsesión
La carta, dirigida a sus padres, hermanas, sobrinos y cuñados, revela una mente atormentada por los celos y el orgullo. “Les escribo esta carta para que sepan que me voy de Resistencia, he cometido lo más humillante: he ido a buscar venganza con Érica”, escribe Pérez, admitiendo su crimen. Aunque inicialmente expresa la esperanza de que Érica esté viva, reconoce el peso de sus actos y la inminente denuncia.
Una frase particularmente escalofriante resuena en el texto: “No lo quería hacer, pero mi orgullo y celos fueron fuertes y me arrepiento”. Estas palabras pintan un cuadro de un hombre consumido por la obsesión y la incapacidad de controlar sus impulsos.
Pérez también expresa su arrepentimiento por las fechas importantes que se perderá, como el cumpleaños de su madre y el Día de la Madre. Se lamenta por haber deshonrado a su familia y por sentirse un fracaso como hijo, hermano y tío. “Me duele en el alma esto y lloro al escribir esto. Lo siento”, confiesa.
En el cierre de la carta, Pérez se dirige directamente a Érica, pidiendo perdón por su acto. Reconoce el dolor que causará al padre y al primo de la víctima, lo que justifica su huida. “Y pido perdón a Érica por hacerle eso; sé que el papá me va a querer matar y su primo, por eso no me quedo, estaré en contacto con ustedes si quieren; sino yo los entiendo porque les fracasé, me arruiné solo; pero mi soledad y mi angustia me llevaron a esto”.
Un Final Trágico y una Investigación en Curso
La detención de Joaquín Alfredo Pérez no cierra el capítulo de esta tragedia. La investigación continúa para esclarecer todos los detalles del crimen y determinar la secuencia exacta de los eventos que llevaron a la muerte de Érica Almirón Romero. La carta confesión, sin embargo, proporciona una ventana perturbadora a la mente de un asesino, ofreciendo una explicación, aunque no una justificación, para un acto de violencia irreversible.