La tranquila localidad cordobesa de Villa Rivera Indarte se encuentra sumida en un profundo dolor y conmoción tras el brutal asesinato de Luna Giardina, de 24 años, y su madre, Mariel Zamudio. Ambas mujeres fueron víctimas de un ataque a balazos perpetrado en su propio hogar, un acto de violencia que ha dejado una cicatriz imborrable en la comunidad.
El principal sospechoso de este horrendo crimen, Pablo Laurta, fue finalmente aprehendido en la provincia de Entre Ríos, poniendo fin a una intensa búsqueda que mantuvo en vilo a las autoridades y a los vecinos. Laurta será trasladado a la prisión de Bouwer, donde deberá enfrentar la justicia por sus actos.
La detención de Laurta no solo representa un paso crucial en la búsqueda de justicia para Luna y Mariel, sino que también permitió el rescate de su hijo de cinco años, a quien había sustraído tras cometer el doble femicidio. El menor fue hallado sano y salvo en un hotel de Gualeguaychú, donde Laurta planeaba continuar su fuga hacia Uruguay.
Este trágico suceso ha sacado a la luz una historia de violencia y acoso que, según testimonios de los vecinos, se venía gestando desde hace tiempo. La sombra del miedo y la angustia se había apoderado de la vida de Luna y Mariel, quienes vivían bajo la constante amenaza de Laurta.
“El año pasado se escondió durante tres días en el tanque de agua de la casa de la chica. Cuando Mariel lo vio empezó a gritar y llegó la Policía. Ahí lo arrestaron por un tiempo”, relató un vecino, evidenciando el historial de comportamiento errático y amenazante de Laurta.
La violencia de género que sufría Luna era un secreto a voces en el barrio. Tras una temporada en Uruguay junto a Laurta y su hijo, Luna había regresado a Córdoba en busca de protección. “Tenía un botón antipánico. Sufría violencia desde hace rato. El hombre andaba dando vueltas por el barrio. Trató de treparse varias veces por las paredes”, comentó una vecina, revelando la desesperación y el temor que la embargaban.
“Luna nos pedía siempre las cámaras, estaba alerta”, añadió otra vecina, confirmando que la joven vivía en un estado de constante vigilancia y precaución, consciente del peligro que representaba Laurta. La comunidad, ahora consternada, recuerda cómo Luna buscaba desesperadamente cualquier medida de seguridad para protegerse a sí misma y a su madre.
Pablo Laurta, de nacionalidad uruguaya y con antecedentes de misoginia, fue interceptado por una comisión policial mientras intentaba escapar con su hijo. El niño, que presuntamente presenció el ataque, se encuentra a salvo y bajo la protección de las autoridades, quienes determinarán quién asumirá su tutela.
Si bien Laurta aún no enfrenta cargos por privación ilegítima de la libertad calificada, la investigación continúa abierta y no se descartan nuevas imputaciones. Las autoridades están examinando minuciosamente cada detalle del caso para garantizar que se haga justicia.
Además, la investigación se ha extendido a la desaparición de Martín Palacios, un conductor de Uber que presuntamente trasladó a Laurta desde Entre Ríos a Córdoba días antes del doble femicidio. Palacios se encuentra desaparecido y su familia exige respuestas. Su vehículo fue encontrado calcinado, lo que ha intensificado la incertidumbre y la preocupación en torno a su paradero.
También se investiga la posible conexión de Laurta con un trágico incendio ocurrido en un predio de una iglesia evangélica, donde fallecieron dos niñas. En ese lugar, familias uruguayas realizaban actividades religiosas, lo que ha añadido un nuevo nivel de complejidad a la investigación.
El fiscal Gerardo Reyes, del Fuero de Violencia Familiar de Córdoba, lidera la investigación del doble femicidio. Se han ordenado una serie de medidas, incluyendo análisis de comunicaciones, revisión de cámaras de seguridad, toma de testimonios y búsqueda de testigos, con el objetivo de esclarecer todos los aspectos del caso.
Asimismo, se llevarán a cabo peritajes psiquiátricos a Laurta para determinar si padece algún trastorno mental o alteración de sus facultades. Este estudio será crucial para determinar su imputabilidad y el curso que tomará el proceso judicial. La comunidad de Villa Rivera Indarte espera con ansias que la justicia actúe con celeridad y rigor, para que este doble femicidio no quede impune.